La prisión provincial de Guantánamo fue puesta en cuarentena nuevamente por el régimen bajo el argumento de la prevención de la propagación del coronavirus, lo que impide el contacto de los reclusos con sus familiares.
Ubicado en el kilómetro tres y medio de la carretera que va desde la cabecera provincial hasta el poblado de Carrera Larga, en el municipio El Salvador, el recinto penitenciario ya estuvo en ese estado entre los meses de marzo a junio.
Según contaron familiares de reclusos del centro carcelario contaron a Cubanet, en condición de anonimato por miedo a represalias de la Seguridad del Estado, la medida les fue informada poco antes de la fecha en que debían haber comenzado las visitas, el pasado 15 de septiembre.
Una de las fuentes precisó que la cuarentena, establecida como medida preventiva, sólo permite que los familiares lleven alimentos y algunos pocos objetos autorizados a los presos. Asimismo, los familiares que pretendan ingresar a la prisión deben hacerse el test rápido para determinar si son portadores del coronavirus.
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Cuando fue informada la medida, que se desconoce si fue tomada por la Dirección de Establecimientos Penitenciarios del Ministerio de Interior o el jefe del Órgano Provincial de Prisiones, se produjeron protestas a la entrada del penal.
Tal imposición contrasta con el hecho de que los militares que trabajan allí no se realizan dichas pruebas, y están permanentemente en contacto con los reclusos, subraya Cubanet, cuyas fuentes sostienen que algunos reclusos creen que las autoridades del penal prolongarán las medidas restrictivas por nueve meses.
Ello, pese a que las estadísticas oficiales de las autoridades sanitarias cubanas no dan cuenta de nuevos casos de COVID-19 en Guantánamo desde el 1 de mayo.
Tras el fin del cierre anterior, los funcionarios carcelarios prometieron reprogramar las visitas y pabellones conyugales atrasados a causa de la pandemia, algo que no han cumplido según las denuncias y quejas de internos y familiares.
A eso se suman las molestias por las dificultades que las autoridades ponen a los internos para que se comuniquen con sus familiares, entre las que se encuentran la disminución del número de llamadas telefónicas y la duración de las mismas.