Mariam García Sánchez cuenta un hecho que, de no ser por su tristeza, serviría para una comedia: en el Hospital Nacional equivocaron el cadáver de su padre y le enviaron otro a la funeraria.
Así están las cosas en Cuba, que los hospitales ni siquiera pueden hacer bien el trabajo de identificación de los fallecidos. El día 25 de enero llegó el cuerpo de su padre al velatorio y cuál no fue su sorpresa al percibir que era otra persona.
Luego de muchas protestas en el hospital, supo por un trabajador que no le habían puesto correctamente la identificación en el pie, por lo que los transportistas habían equivocado el cuerpo.
El de su padre lo llevaron a otra familia, de la cual también había fallecido un pariente ese mismo día. Esa familia enterró al padre de Miriam, sin que ella pudiera despedirse de él. Para colmo, las autoridades hospitalarias intentaron convencerla de que no hiciera una denuncia y que “lo dejara todo así”, pero ella persistió.
Sin embargo, el calvario de Mariam y su padre tiene otros bemoles. Resulta que había muerto hacía tres días —el 22 de enero— y sólo el 25 conocieron de la muerte del hombre. Ni siquiera pudieron darle la fatal noticia a tiempo.
“Mi caso se lo dieron a la capitana Yanet, de Altahabana y aún no sé de ella. La he llamado en reiteradas ocasiones y nunca está. Tampoco han ido al hospital a seguir las investigaciones”, declaró Mariam.
Casos como este son cada vez más comunes en Cuba, a medida que todo el sistema de salud y funerario se descompone debido a la falta de recursos y la negligencia de los funcionarios que lo gestionan.
En julio de 2020, el primo de Teresa Miranda Céspedes, vecina del municipio holguinero de Mayarí, tuvo tan mala suerte que incluso muerto lo rondaba la miseria.
En todo el municipio no había un féretro para enterrarlo. Hubo que traer uno desde la vecina localidad de Cueto, pero vaya armatroste resultó ser: era demasiado grande para entrar por la puerta de la casa y la tapa no embonaba bien, por lo que fue necesario calzarla con papel.
Mientras lo entraban a la casa iba soltando aserrín y se movía más de la cuenta; daba la impresión de que se iba a desarmar. Los fabrican con desechos de madera y cartón, por falta de madera. Vino cubierto de una tela podrida y rota, con manchones de humedad.
En agosto de 2019, una esperpéntica escena vivieron los habitantes de Güines: el traslado en camilla de una fallecida en el Hospital General “Aleida Chardiet” hasta la funeraria local, a poco más de un kilómetro de distancia.
Quienes filmaron y colgaron en las redes el grotesco momento afirman que los familiares de la occisa perdieron la paciencia luego de doce horas de espera sin que apareciera transporte para el traslado del cuerpo.