Galenos cubanos hablan de las misiones médicas

Médicos de Cuba opinan ante ADN sobre cómo perciben ellos las misiones de colaboración médica, defendidas a ultranza por el régimen y cuestionadas por organizaciones internacionales y países como Estados Unidos
Médicos cubanos llegan a Italia
 

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La doctora Juana Vilma Semanat, natural de cuchillas del Toa, una zona intrincada de las montañas de Baracoa, es militante de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y fue asignada en noviembre de 2019 para cumplir una misión de colaboración médica en un lugar apartado de la geografía africana.

A pesar de lo intrincado de su posta médica, Juana no se queja de su ubicación, muy lejos de las ciudades.  

“Para un médico cosmopolita tal vez sea una angustia y mucho esfuerzo trabajar en esta región. En cambio, para mí es como estar en mi medio”, cuenta Juana Vilma, que vive en una zona guantanamera con similares condiciones de pobreza y desamparo. “Desatraco la canoa y navego por el río visitando a mis pacientes y haciendo el pesquisaje”.

“No tengo problemas con subir lomas y vivir tan lejos de la civilización”, continúa relatando la doctora. “Solo nostalgia por no estar con mis hijos, con mi esposo, y las ganas que tengo de ver a mi madre”. 

Otro que se fue a cumplir misión médica muy lejos, a Timor del este, es el médico intensivista Ambrosio Viera, residente en Jaimanitas. Se casó con una timoreña y tuvieron un hijo. A raíz de esa unión, su misión internacionalista se extendió de por vida. 

Cuando está en Cuba el doctor Viera es miembro de la comisión de Salud Pública Municipal. En las temporadas que pasa con su familia en Timor del este es médico de un hospital público.

Como buen militante del Partido Comunista, el doctor Viera está comprometido hasta los huesos con la revolución, a la que dice “deberle todo”. Cuenta su experiencia de 10 años en las misiones médicas: 

“El principio de las misiones es sencillo: no convertirlo en política. Ser médico es el único oficio donde tienes en las manos la salvación de una vida, un poder que no lo tiene ni siquiera el cura de una iglesia. Esta profesión, cuando llegas a amarla, te convierte en un soldado, sin horario ni descanso”. 

Organizaciones internacionales y gobiernos de otros países acusan al Estado cubano de someter a sus profesionales a trabajo esclavo, y de apropiarse del 75 por ciento del salario que pagan quienes los contratan. El doctor Viera no está de acuerdo con esta afirmación y riposta:

“Quisiéramos que los médicos cubanos ganaran más, es un viejo anhelo, pero es importante resaltar que tenemos conciencia de la necesidad del estado de esa liquidez que aportamos para apoyar otros programas sociales”.

A la pregunta de si el coronavirus aumentará la presencia médica cubana en el mundo, el doctor responde que sí.

“Esa es la idea. Y el objetivo de las misiones médicas: Responder al llamado de las naciones en emergencias sanitarias. El lema: Patria es humanidad. Nuestros médicos están preparados para moverse en cualquier terreno, bajo cualquier circunstancia, incluso en escenarios adversos. No solo crecerá la presencia médica cubana en el mundo, también crecerá el respeto y la admiración por la labor que realizamos”. 

Cuba ingresa a su economía por concepto de colaboración sanitaria más dinero que el que provee la industria del turismo. Ante este dato el doctor parece asombrarse y enseguida responde:

“Deberíamos aportar más, porque tenemos potencial para salvar vidas en todo el mundo”. Luego repite el discurso oficial: “Ahora con el COVID-19 se ha puesto de manifiesto la insuficiente estructura de atención primaria de salud de otros países, bajo políticas neoliberales que desechan al ser humano, y necesitarán médicos, muchos médicos. Ahí estaremos los cubanos, para ayudar”.

Viera decidió pasar la cuarentena con su familia en Cuba. “Confío en el sistema de salud y en la estrategia que utiliza el gobierno cubano en la lucha contra el coronavirus, más que en ninguna otra parte”.

En cambio, Juan Arencibia, psicólogo retirado de las Fuerzas Armadas, con incontables misiones como colaborador en el extranjero, asegura que nadie sabe más que él lo que significa una misión para un médico cubano.

“¿Del sueño de montarse en un avión y fastear y luego regresar cargado de pacotilla? ¡Nadie sabe más que yo! Dieciséis viajes, por todo el mundo. ¿A quién no le gusta viajar? Y más en Cuba, donde la prohibición que hubo durante tanto tiempo de salir del país se incrustó en la siquis de la gente como un tabú. Después se flexibilizó, ahora con el coronavirus esa locura se acabó. Los médicos son hoy los únicos que tienen el privilegio de montarse en el pájaro de hierro y alejarse del mundanal ruido que es Cuba”.

El doctor Arencibia concluye: 

“Ese es el sueño de todo galeno cubano: Una misión. Estoy seguro que en estos momentos muchos de nuestros doctores apenas duermen pensando en eso. Y si duermen, sueñan con el laberinto de pasillos de los aeropuertos, los scanner, la estera por donde salen los equipajes con los sueños, el ruido de las turbinas en la maniobra de despegue y ese momento clímax cuando las ruedas se separan del asfalto y el avión se eleva… y comienza a alejarse a otras tierras… y allá entre las nubes te sientes libre... Una libertad condicionada, sí, pero a fin de cuentas libertad”. 

 

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