Manuel Suárez Ramos, de 58 años, participó en la misión internacionalista de Cuba en Angola. S desempeñó como soldado por las Fuerzas Armadas Revolucionarios (FAR) y prestó 26 meses de servicio como guardia de vigilancia.
"Las condiciones de vida allí fueron muy malas porque durante 18 meses tuvimos que dormir en casas de campaña y luego bajo tierra", cuenta de la guerra en África.
Además, lamenta que "nunca he recibido ningún tipo de ayuda. Fue una misión que se cumplió y hasta ahí. No tenemos vivienda, no nos dan ningún tipo de condiciones; no nos han dado nada de nada".
Luego de brindarse voluntariamente para contribuir con la idea de colaborar con un 'país amigo', una vez que cumplió la encomienda se enfrenta a la cruel realidad de que su esfuerzo fue en vano.
El régimen no le brindó ningún mérito ni ayuda, a pesar de sus grandes necesidades económicas, secuelas sicológicas por los traumas de guerra y su petición de atención ante el Estado fue totalmente ignorada.
Suárez Ramos se ha presentado varias veces a la Asociación de Combatientes de la Revolución (ACRC) y no le han dado ninguna asistencia, por lo que se siente abandonado.
Alega que el presidente designado, Miguel Díaz-Canel, en vez de traer beneficios al pueblo, ha fomentado una peor situación para las personas de a pie que viven en la Isla
Para subsistir económicamente, Manuel trabaja con un carretón transportando algunos productos de la tierra, y tiene que pagar impuestos.
Víctor Dreke, fundador de la ACRC, reconoció a Cubadebate en 2017 que la organización "trabaja junto con el ministerio de Trabajo y Seguridad Social para ver qué problemas tienen los combatientes, acompañarlos y mejorar su calidad de vida", aunque los criterios de combatientes no comulgan con esa afirmación.
Según datos oficiales, 337,033 militares y unos 50,000 colaboradores civiles cubanos fueron a Angola en 16 años.