Por Héctor Luis Valdés
El déficit habitacional y la mala infraestructura de las viviendas en Cuba afectan a muchos. Lejos de buscar una solución a este engorroso problema, el Estado se esconde tras la excusa histórica del embargo del gobierno estadounidense, y en los últimos meses se justifica, además, con la crisis agudizada por la pandemia de la COVID-19.
Según cifras publicadas por el medio oficialista Cubadebate, en el 2020 se terminaron en la isla 32 874 viviendas; el 42,2 % correspondió al sector estatal y el 57,8 % a las edificadas con “esfuerzo propio”. Según el informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), las provincias con mejores indicadores en este sentido fueron Holguín, Santiago de Cuba, Villa Clara y La Habana. Pero la realidad pareciera desmentir tales números.
El 28 de enero del pasado año tres niñas de 11 y 12 años murieron tras colapsar un balcón en la barriada capitalina de Jesús María, una de las zonas más antiguas y pobladas de La Habana. El 24 de julio del 2020, otro derrumbe cobró la vida de una anciana de 68 años de edad en el municipio Cerro. Según declaraciones del intendente de esa localidad; Nelson Santana, el siniestro ocurrió debido a la mala infraestructura habitacional por el paso del tiempo.
El 17 de septiembre, a consecuencia de otro derrumbe falleció una anciana en el municipio Habana Vieja; uno de los municipios más afectados tras el aumento de estos lamentables sucesos.
En lo que va del año 2021 es alarmante el aumento de las denuncias que llegan a través de las redes sociales sobre la situación de la vivienda en la isla. El pasado 24 de marzo se reportó sobre un asentamiento poblacional en los alrededores de los Jardines de La Polar. Allí una veintena de familias, en las que hay menores de edad, viven en pésimas condiciones debido a la falta de respuestas por parte del Estado a su problema. Son cubanos que en condiciones infrahumanas tuvieron como única opción el construir “con lo que se pueda”, algo que pudiesen llamar hogar.
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Según el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, el diario Granma, el gobierno de la isla no puede satisfacer en su totalidad las demandas de materiales de construcción debido “al recrudecimiento de la política de Estados Unidos hacia Cuba”. Pero la falta de viviendas o recursos para repararlas no afecta a dirigentes del régimen cubano.
Uno de los acólitos que gozan de privilegios en este sentido es Yoerky Sánchez Cuellar, director del diario oficialista Juventud Rebelde, miembro del Comité Central del PCC y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Recientemente se conoció sobre el levantamiento de una casa en la céntrica calzada de Ayestarán, exactamente en la esquina La Rosa, municipio Cerro. La construcción fue completada en el tiempo récord de 2 meses y contrasta con la mala infraestructura de muchas viviendas cercanas. Y todo esto fue posible a pesar de la negativa por parte del gobierno en otorgar materiales de construcción a los ciudadanos “de a pie”.
Otro de los casos del derroche de materiales, es la famosa bandera de hormigón o la bandera “guillotina”, construida en la llamada Tribuna Antimperialista, a pocos metros de la oficina de intereses de los Estados Unidos en La Habana.
Mientras unos disfrutan de los privilegios que da el contribuir al mantenimiento del sistema totalitario, otros exponen sus vidas, día tras día, ante el peligro de que su vivienda colapse, no solo por el paso de los años sino por la poca atención que prestan los que tienen el compromiso y el deber de salvaguardar a su pueblo. Lamentablemente, el peligro de que se repitan casos como el de las niñas fallecidas por el derrumbe del balcón en Jesús María, el de la señora Rosa en la Habana Vieja, o como la anciana del Cerro –el mismo municipio donde hoy goza su residencia Sánchez Cuellar–, está lejos de disminuir.