Circular no publicada de CUPET dificulta conseguir gas licuado en Holguín

Todos los consumidores que adquirieron su "balita" de gas a partir del pasado 1 de agosto no podrán acceder de nuevo a este combustible hasta pasados dos meses.
Circular no publicada de CUPET dificulta conseguir gas licuado en Holguín
 

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Una supuesta circular nacional de la empresa CUPET, que aún no ha sido publicada oficialmente, es el origen de la nueva dificultad que viven los holguineros para conseguir el suministro de gas licuado.

Según se ha podido saber por la circular que tiene carácter retroactivo, todos los consumidores que adquirieron su "balita" de gas a partir del pasado 1 de agosto no podrán acceder de nuevo a este combustible hasta pasados dos meses.

“Eso es una barbaridad, que no avisaran para prepararnos... Primero dijeron que tenían dificultades para transportar el gas, y así estuvimos unos cuantos días esperando; luego traían las "balitas" de a poquito y fue tremendo para comprarlas, y ahora esto... Esa es la comida del pueblo, no deberían de poner tanto problema, es obligación del Estado que no nos falte el combustible” --dijo uno de los usuarios afectados, que prefirió el anonimato.

“Esa "balita" dura, ahorrándola, 15 o 20 días a to'meter, ellos dicen ahora que cada dos meses... No es mi problema si no tienen pa'comprar petróleo, ellos dijeron que el gas estaba garantizado y ahora esto... Es un abuso” dice otro señor, visiblemente molesto, que tampoco quiso identificarse.

“Dicen que la circular es nacional, pero en la Habana el gas viene por tubería de la calle... ¿Cómo van a regular eso? ¿Abrirán las llaves cada dos meses? Yo creo que no... ¿Y pa'los jefes será también la circular esa o nada mas pa'los de abajo? Pa'mí que esto es un cuento chino, tú sabes que Holguín es el laboratorio de Cuba: todos los inventos vienen y los prueban aquí y si funciona, si el pueblo se lo deja meter, lo ponen en otras provincias también” --dice Águeda, que tampoco ha podido comprar el cilindro.

Holguín cuenta con 94 mil 170 clientes que consumen el gas licuado de petróleo (GPL). Entre ellos se encuentra un gran número de pacientes aquejados de enfermedades respiratorias crónicas, que han recibido contratos por prescripción médica.

Tal es el caso de Juana María Martínez de 63 años.

“Desde la década del 80 fui diagnosticada con asma bronquial crónica, me ahogo con el humo y el petróleo no puedo ni olerlo, ahora cuando se me acabe el gas tendré que volver a cocinar con corriente por lo que me subirá la cuenta de la luz... ¡Qué chequera me va a alcanzar!”

Por su parte, Víctor Hugo Salazar tiene un problema similar con su hija de 9 años de edad.

“Es asmática, hace poco la tuve que ingresar por un ataque de asma terrible, estuvo 21 días en el pediátrico con oxígeno puesto y todo... Compré mi "balita" el día 9 de agosto y ayer fui para comprar la otra antes de que se acabe y me entero de que ahora hasta octubre no podré comprar. Eso es un abuso... y sin decírselo a nadie”. 

Otro grupo de clientes insatisfechos con la medida son los propietarios de  restaurantes, cafeterías y hostales.

Pedro, quien dice ser propietario de un hostal que además cuenta con restaurante, comenta:

“Desde que abrí mi negocio hice toda la inversión para cocinar con gas porque me resultaba más factible: mis clientes desayunan siempre en casa, algunos también vienen para el almuerzo y la cena, por todo eso yo pago mis contribuciones. El gas no me lo regalan, se paga al precio que el Estado ha establecido, tengo mi contrato y ahora no podré adquirir el producto como se había convenido... Eso puede significar que tenga que reducir mis servicios en el hostal, serán menores las ganancias pero estoy seguro que no lo tendrán en cuenta y me cobrarán los impuestos como si nada, esas son las cosas de este gobierno: la ley del azadón.”

Este reportero visitó las oficinas de Atención al Cliente, donde pudo conversar con la recepcionista, quien se identificó como Idealiza.

“Es una circular que bajó la empresa desde la semana pasada y es con carácter retroactivo: dice que la venta de gas licuado queda regulada a una bala por contrato cada dos meses. Es lo único que podemos decir”.

Al preguntarle cuánto tiempo puede durar esta situación, Ideliza no hizo más que encogerse de hombros.

“Esperamos que sea pasajero y que podamos restablecer todo en breve tiempo, hemos recibido muchas quejas de la población, los clientes están en todo su derecho de quejarse, si lo desean pueden dirigirse al PCC o al Poder Popular, no creo que nadie pueda emitir alguna autorización de venta para nadie” --agregó.

Por otra parte, se pudo comprobar también que existen orientaciones para que se le dé la información solamente de manera oral a la población. “Es la orientación que tenemos, ni aquí ni en ningún punto de venta se debe colocar información impresa alguna”, asegura Ideliza quien actúa como portavoz de la dirección.

Intentar conversar con algún superior fue, como de costumbre, un esfuerzo en vano, como infructuoso fue lograr conectarse con el "portal del ciudadano" que la empresa ha habilitado para atender a los clientes desde la red de redes como parte del programa de informatización de la sociedad.

Aprovecho para denunciar que no han permitido tomar fotos en el local, aunque no había allí gran cantidad de personas.

La polémica medida se debe, a todas luces, a la incapacidad del gobierno de la isla para obtener el crudo de donde se extrae el gas licuado de petróleo (GPL).

Un racionamiento similar se vivió en los años noventa, cuando se decretó el “Periodo Especial en tiempos de paz”. En esos años la población devoró la floresta de las maniguas circundantes para convertirla en leña.

Es preocupante que, al menos en Holguín, la mayoría de los afectados van conformándose con la falta de respuesta de las autoridades y buscan sus soluciones en silencio.

“Hoy es el gas, mañana serán los apagones y ni corriente habrá para cocinar. Entonces habrá que cocinar con leña o con lo que aparezca y yo me moriré, porque no les importa ni la salud del pueblo ni nada, no han tenido en cuenta ni a la gente enferma” --concluye amargamente Juana María Martínez.

 

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