En la prensa oficialista cubana quieren comer buena pizza, pero no meterle las manos a la masa. A cada rato, algún redactor desde alguna oscura redacción estatal, llora a ver si le dejan mamar, pero lo hace tan tímidamente y bajito, que es de suponer que seguirá con la boca seca, el estomago cavernario. Le dan un jaloncito a la cadena, pero ni soñar con señalar de frente al mono (o al perro) del totalitarismo.
Miren si no el llantén que publicaron este fin de semana en el Tribuna de la Habana, periódico del partido comunista en la capital.
Un desdichado escribidor se pregunta qué ha pasado por Dios, con lo que cataloga de “una de las mejores pizzerías existentes en La Habana, El Mónaco”, cuya tragedia resume en que “al final tuvo que cerrar y hoy es solo un local más”.
No sabemos el marco de referencia que tiene esa persona para comparar, y decretar que era una maravilla dicho establecimiento. Lo que sí parece real, es que, si alguna vez se comió algo aceptable ahí, ya no más.
El plañidero Roly Montalbán dice que “quienes peinamos canas, recordaremos con agrado la excelencia de una de las mejores pizzerías existentes en la capital”.
Y se va por las derivas del recuerdo: “Se destacaba, además de por la belleza de su salón, por su exquisita atención, así como por su variedad y calidad de productos, al punto que estos tenían un precio un poco superior que el resto de las entidades”.
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Pero con la llegada de la década de los 90 del siglo anterior cerró sus puertas, al igual que muchas unidades gastronómicas. Cuando al castrismo se le acabó el agua y la luz con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y demás satélites de su corte en Europa del Este, ya no pudo seguir fluyendo a manos llenas los productos subsidiados que permitían al trabajador de las empresas e instituciones “socialistas” robar sin que más o menos se notara.
Esa ruptura del espejismo, ha dejado nostálgico y sin saciar el hambre a muchos cubanos como el mencionado redactor, que se preguntan a dónde se fueron aquellos bocadillos: "¿Por qué? ¿Por qué?"
Dicen en el Tribuna... que “a partir de ahí, se hicieron algunos esfuerzos por rescatarla [la pizzería], llegando a ser un restaurante vegetariano sin éxito alguno”.
Hace cerca de unos cinco años, cuando se comenzó un proceso de restauración de “pizzerías emblemáticas” en la capital, El Mónaco reabrió sus puertas; pero como “árbol que nace torcido”, dice el fotorreportero, al llegar el mediodía siempre faltaban productos (lasañas, canelones, diversos tipos de bebidas, etc.), además de que la calidad y variedad de sus ofertas eran peores que las recordadas de los 80.
“Al final tuvo que cerrar y hoy es solo un local más en el entramado centro comercial que es la zona del Mónaco. ¿Por qué se ha dejado que un lugar como este haya llegado a tal extremo? Esperamos alguna respuesta respecto a tan afamada unidad”, escribió el cándido Montalbán, que no sabe dónde mirar en busca de culpables, o no quiere ver.