Juan Caunedo y el Ferry que no trae su carro

ADN Cuba entrevista a Juan Caunedo, un español residente en Cuba que se ha logrado desarrollar, limitaciones habituales de la isla aparte, como realizador audiovisual. Al igual que muchos extranjeros, quedó prendado de Cuba y su gente, al punto de que ha preferido hacer carrera allí y tiene su propio emprendimiento
Juan Caunedo acompañado por amigos
 

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Juan Caunedo Domínnguez (Oviedo, España, 1982) vino a Cuba en 2008 a pasar cursos de posgrados en la EICTV (Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños). Quedó flechado con la isla, a pesar del “picadillo de población, y que esta gente no me deje importar mi carro, y la cerveza mala dispensada que me venden”, dice bromeando a sus amigos, los de aquí y los de allá.

-Estudié la carrera de comunicación audiovisual en Madrid y cursé varios posgrados de guion y realización en la EICTV. En los tiempos de mi adolescencia más perdida, mis padres me propusieron comenzar un curso de fotografía que impartía un amigo de mi padre, a ver si centraba un poco la olla… Eso no sé si lo hice, pero sintiendo, en el cuarto de revelado, cómo los químicos descubrían sombras mágicas bajo la luz roja, me enganché al arte de contar cosas con imágenes y ya no paré de disparar hasta hoy –cuenta El Tronco (apodo como le llaman algunos colegas cubanos).

-En la universidad en España, en aquella época orientaban la formación en un sentido diferente a como lo hacen aquí en la FAMCA (Facultad de Medios Audiovisuales del ISA). Nos formaban para ser periodistas, comunicadores en gabinetes de comunicación, o agencias de publi, o para ser redactores de TV. Fui escogiendo asignaturas más técnicas y más cercanas al cine y tuvimos la suerte de tener un profesor que se convirtió en nuestro amigo, que se llama Gilbert Rigaud, un francés loco que nos daba clases de iluminación y de realización de documentales… Flipábamos con las pelis que nos ponía en clase, nos abrió las puertas a un mundo del que nadie antes nos había hablado y nos azuzó para empezar a crear.

“Dejag de fumag tantos pogos en la plasa del 2 de mayo y os compgais unos filtgos cokin y apgendeis lo que es la lus, que no tenéis ni puta idea!”, nos decía entre un francés y un español mal hablado. Y nosotros nos fumábamos los porros y hacíamos unas historias psicodélicas con diapositivas y los filtros cokin… Gilbert nos llevó, a unos cuantos alumnos, a París, a una escuela de cine experimental para recibir un taller de cámaras de 16mm; creo que esa puede ser la primera escuela de arte en la que estuve (aunque no era una escuela específicamente, sí enseñaban arte) –cuenta orgulloso.

La práctica de Juan, como estudiante y luego egresado en España, aventaja en mucho a los estudiantes de cine en Cuba. Los recursos con que allá cuentan y aquí se privan, son herramientas imprescindibles. Él, comienza a trabajar en la televisión como ayudante de edición, ayudante de cámara, ayudante de producción, y editor al corte, beta-beta, analógico. Después de varios años trabajando como editor en la tele, decidió escapar de unos contenidos que no lo llenaban, la televisión que hacían. Tomó sus ahorros y se vino a Cuba a la escuela de cine. 

-Llegué a finales del 2007, y vine para cursar unos talleres en la EICTV y conocer Cuba, desde hacía bastantes años me había interesado por este país y su organización social, diferente a la del mundo que había conocido hasta entonces. Cuba ha cambiado bastante, y también mis concepciones iniciales. Vine para un año y me quedé dos ya de mano. Iba y venía, trabajaba en España y volvía para acá. Me ha resultado más fácil producir aquí, por cuestiones económicas, de organización, quizás un poco de inspiración también –aconseja Juan con sapiencia. -Vivimos dos años en la maravillosa ciudad de Hamburgo, conocí gente de todo el mundo con los que compartía mi condición de inmigrante, aprendí mucho de la vida, trabajé en televisión y corporativos, hice obra propia también, bastante interesante, muy buenos amigos, alemanes y de todas partes, que seguimos manteniendo y cuando puedo vuelvo y me siguen fascinando las cosas que me encantaron de esa ciudad. Pero hacía mucho frío y había muy poco sol. Nos fuimos a Madrid en el 2012 y la crisis estaba dura… Así que nos compramos una casita en la Habana cuando los precios todavía estaban asequibles, y vinimos para acá con una barriga y aquí nació el loquito (Juanin), que nos alegra la vida y nos enseña cada día, ya hace seis años –cuenta alegre Caunedo. 

- ¿Entonces surge Champola Soluciones Audiovisuales? –le pregunto. 

- En ese tiempo estaba comenzando el lío del cuentapropismo y las empresas estatales estaban teniendo más autonomía presupuestaria, y algunas querían invertir en publicidad, así que encontramos un hueco para nuestro trabajo y creamos “Champola”. 

Champola Soluciones Audiovisuales se dedica a hacer todo tipo de trabajos audiovisuales por encargo, pero luego, Juan y unos socios se embarcan con “Antes que llegue el Ferry”.

- Mi socio Vladimir García (uno de los codirectores de la peli) y yo llevábamos un tiempo largo trabajando solo para encargos, dedicándole mucho tiempo y esfuerzo a proyectos de otros y decidimos concentrarnos en uno nuestro. Andábamos todo el día con el otro codirector: Raúl Escobar, por la calle, trabajando, de fiesta, paseando. Veíamos cosas que nos encantaban y otras que nos enfadaban. Estábamos generando alguna obra que reflexionaba sobre un concepto que teníamos en la cabeza que es la “era del reguetón” y entendimos que se estaba generando un proceso de incertidumbre en la sociedad cubana, una vorágine que no sabía hacia donde corría, la gente no sabía que iba a suceder cuando se normalizara la relación con EEUU, no sabían que traería el Ferry… Y decidimos narrar varias historias cotidianas destacando los aspectos más surrealistas de la sociedad cubana y que todas hablaran de la incertidumbre. Pusimos mucho interés en la parte estética: el vestuario, los peinados, la arquitectura, la música… Quisimos generar otro planeta, un lugar que no se supiera muy bien si era el pasado, futuro, o si era este mundo u otro, si era realidad o ficción… 

-Su visión fílmica de Cuba no es la de un extranjero, su obra parece la obra de un cineasta cubano nacido y crecido aquí, eso me gusta. Se respira en sus trabajos un humor crítico como el de Tomás Gutiérrez Alea. ¿Por qué la comedia y la crítica en sus obras? ¿Es algo que le sale intuitivamente? –le pregunto.

-Siempre he estado preocupado por los problemas de la sociedad, y siempre he hecho mucho el payaso… Así que creo que me sale un poco espontáneo, me gusta jugar con mis creaciones, hacer cosas que sugieran, que experimenten, que rocen la finísima línea que separa lo real y la ficción, y me gusta mucho reírme en el cine, y en la calle, en cualquier lado, y me gusta que la gente a mi alrededor se ría. Creo que es más interesante reflexionar sobre los problemas desde la sonrisa que desde el drama. La verdad es que nunca me han gustado los dramones… Ni el lloriqueo, no me sale y tampoco me sale mirar para otro lado ni para mí mismo, creo que es importante reflexionar sobre los animales sociales que tratamos de organizarnos para sobrevivir, creo que hay muchas cosas sobre las que debemos reflexionar para poder organizarnos mejor, y por eso trato esos temas con ese tono –cuenta Juan reflexivo. 

-En España, en general, ¿qué se piensa sobre Cuba? –pregunto con interés. 

-Es difícil generalizar, sobre todo siendo un país tan politizado, pero en general a Cuba se le mira con simpatía, casi siempre genera una sonrisa en quien oye ese nombre –responde. - Por otro lado, este país es muy entretenido, nunca sabes lo que te va a pasar… No sabes cómo llegarás al trabajo, si en guagüita, camión, sidecar o carro con aire acondicionado, no sabes lo que te vas a encontrar en la tienda no sabes lo que vas a tener que comprar ni sabes lo que te va a faltar… Uno siempre está resolviendo problemas, no te puedes aburrir –cuenta surrealistamente. 

-Sus amigos y familiares españoles, ¿qué piensan de Cuba? ¿Cómo nos ven a nosotros, y cómo ven la política alrededor nuestro? –le indago.  

-Tengo muchos amigos que simpatizan con el proceso político que tuvo lugar en Cuba a partir del 59, entienden que es una propuesta de alternativa al capitalismo y en tanto, muchos otros están enfadados con ese sistema económico y consideran que no funciona, pues ven en Cuba una alternativa. Claro, no es una visión romántica porque conociendo el proceso han visto su decadencia, pero en general también son simpatizantes de esto. Muchos otros amigos son contrarios a la organización política de Cuba y consideran que hay falta de libertades, y que es una lástima que este lugar tenga este sistema… En general es difícil hablar de este país sin que se genere un debate más o menos acalorado. Pero al final, como hablábamos antes, casi todos, amigos y familiares, ven con simpatía Cuba, tienen amigos, compañeros de trabajo, familiares, antepasados que tienen relación con Cuba, muchos han viajado también aquí y les han resultado agradable las personas, la música, el clima, el ambiente… ¡Muchos me dicen que qué bien vivo! Por estar aquí… en fin, hay algo de esos conceptos de “paraíso lejano” y de “utopía” en el pensamiento de los que tengo a mi alrededor –concluye como un torrente Juan Caunedo. 

Antes de 1959, en el gobierno de Batista, había un Ferry que viajaba de Miami a La Habana. El exdictador vivía omnubilado y orgulloso con ese logro diplomático. Cuando el gabinete de Barack Obama comenzó a tener un acercamiento con Cuba, el pueblo de la isla y de afuera comenzó otra vez a soñar con Ferrys cargados de regalos y paseos, y fiestas y mejoras económicas. En Santiago de Cuba, cuna del folclore y maestros en el toque de la conga, en este paseo surrealista de baile y arrollo, crearon un cántico: “Obama to esto es tuyo, Obama to esto es tuyo”. La cosa en Cuba parecía que iba a mejorar, pusieron cruceros turísticos USA-Cuba, los yumitas vinieron por miles de miles a comer en paladares, vino Robert De Niro, Beyonce, Madonna, The Rolling Stones dio un multitudinario concierto en marzo 2016 en plena Ciudad Deportiva, vinieron los rodajes de los filmes hollywoodenses “Rápido y Furioso” y “Transformer”, vino el desfile de moda “Chanel” por pleno paseo del Prado. Juan Caunedo también soñó que podía importar su auto de Madrid a La Habana, y así mejorar la situación del transporte para su familia y amigos… Fue un sueño corto, rápido como el cometa Halley, e igual de escurridizo.

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