Autoridades bolivianas derribaron a golpe de mazo un busto del depuesto presidente Evo Morales en un polideportivo de Cochabamba, baluarte político del líder indígena, que gobernó el país por 14 años.
Además de barrer con la figura, el gobierno mandó quitarle el nombre de “Evo Morales” a la instalación, que pasará a llamarse Quillacollo, como la localidad donde está.
El ministro de Deportes del gobierno interino, Milton Navarro, quien tomó la decisión de quitar cualquier homenaje al exmandatario del polideportivo, lo llamó en una ceremonia pública “delincuente confeso” que debe “someterse a la justicia boliviana”.
Agregó que actualmente unos 800 polideportivos y unos 500 premios deportivos llevan el nombre del líder indígena. Además, dijo que se debería iniciar una investigación por malversación de fondos contra el anterior equipo ministerial, encabezado por Tito Montaño, porque habría condicionado la construcción de nuevas instalaciones a que llevaran el nombre de Morales.
En el acto participó un controvertido colectivo juvenil denominado Resistencia, al que Morales suele definir como un “grupo paramilitar”.
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Morales dedicó especial importancia a la promoción del deporte durante su mandato, especialmente del fútbol, del que es un gran aficionado. De hecho, una de las primeras cosas que hizo al llegar a Argentina, donde está refugiado, fue disputar un partido con autoridades locales.
Tras dimitir el 10 de noviembre pasado, el ex presidente se refugió en México y desde hace un mes reside en Argentina. Un gobierno provisional encabezado por Jeanine Áñez tomó su lugar para llamar a nuevas elecciones.
Tras la anulación de los comicios de octubre por indicios de fraude, Bolivia celebrará nuevas elecciones el 3 de mayo, sin Morales como candidato y dirigidas por un renovado Tribunal Supremo Electoral.
El partido de Morales, el MAS, y sus opositores han llegado a un acuerdo en el Congreso para celebrar otras elecciones presidenciales, en las que el líder político que se limitará a ejercer de jefe de campaña.