El compositor e instrumentista cubano Luis Alberto Mariño se tomó como una misión apoyar como pudiera, desde su exilio en Argentina, a los huelguistas del Movimiento San Isidro (MSI) que plantaban cara al régimen en La Habana.
Con disciplina casi monástica, durante los peores días del asedio de la Seguridad del Estado a la sede de los activistas en Damas 955, Mariño fue hasta la embajada de la dictadura castrista en Buenos Aires y tocó la viola, llevó carteles en su cuerpo e incluso ayunó algunas jornadas.
Cree que ha sucedido un “despertar de la sociedad civil independiente en el extranjero”, según declaró a CubaNet.
Lo explica diciendo que el MSI merece el mérito por avivar estos meses el espíritu de los cubanos en la emigración.
“Este año se expandió el escenario de solidaridad para la sociedad civil independiente de los cubanos que están dentro y fuera del país”, señala el músico exiliado en entrevista con CubaNet, y añade: “Creo que esta solidaridad se enfocó alrededor de la causa que el Gobierno intentó fabricarle a Luis Manuel Otero en el mes de marzo. Después del fracaso del régimen contra Luis Manuel se creó una estructura diversa que une a la sociedad civil y nos mantiene conectados. Estos acontecimientos alimentaron el compromiso de los cubanos que están dispersados por el mundo”.
Lea también
Cuando se iniciaron las protestas del MSI por la libertad de Denis Solís, el artista vio la oportunidad para colaborar con la causa desde la capital argentina, aprovechando que por las cuarentenas del coronavirus se había volcado la atención de la gente en las redes sociales.
“Sin dudas este fue el momento del despertar de la sociedad civil en el extranjero; yo lo entendí en este contexto y me propuse visibilizar lo que está sucediendo en Cuba en materia de represión”, dijo al medio independiente citado.
A pesar de la belleza, justeza y pacifismo de su gesto, Meriño no fue bien recibido por los enemigos de la democracia en Cuba.
“Siempre trato de no abrir canales de violencia, ya sean verbales o de otro tipo”, advierte Mariño, y narra algunas de las provocaciones salidas de la sede diplomática: “Los incidentes son pocos porque no se justifican. En una ocasión un supuesto policía federal intentó echarme de la calle, pero yo estoy bien documentado sobre la legalidad de mi performance. En otra ocasión un funcionario de la Embajada empujó a un amigo que pedía la libertad de Denis”.
Incluso, los funcionarios del castrismo prepararon un acto de repudio para contrarrestar la convocatoria a movilizarse de varios activistas independientes.
“No hubo enfrentamientos porque hicimos nuestra manifestación en la esquina, pero cerraron la calle. Cuando conocieron de nuestra protesta, en pocas horas trajeron mucha gente en guaguas, igual que en Cuba”, declaró a CubaNet.
El musico sabe que, por su frontalidad y ejercicio de la libertad de expresión, ya debe estar en la mira de los órganos represivos del Estado cubano.
“Antes de irme de Cuba estaba vinculado a proyectos de la sociedad civil. Cada vez que viajaba, cuando regresaba al país me separaban de la fila en el aeropuerto, me mantenían horas esperando y después, los machitos de la Seguridad del Estado ordenaban un chequeo minucioso; esa es la realidad de muchos. No he intentado regresar a Cuba, pero lo más probable es que no me dejen entrar a mi país”.