Muchas personas que apoyaron en su momento la revolución bolivariana, ahora padecen la crisis de las ideas socialistas. Los periodistas Anatoly Kurmanaev, Isayen Herrera, Tibisay Romero y Sheyla Urdaneta, del The New York Times, publicaron este jueves un reportaje sobre algunos testimonios de aquellos defensores del chavismo que hoy son víctimas de su gobierno.
Uno de estos casos es del presentador del popular programa de radio ‘El pueblo en combate’, José Carmelo Bislick, un locutor socialista que apoyaba las gestiones de Nicolás Maduro, incluso cuando millones de ciudadanos se hundían en la miseria bajo el gobierno del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Este año, sin embargo, se desvió de la línea del partido cuando empezó a sufrir por la escasez de gasolina que paralizó su remoto pueblo pesquero en Güiria. Bislick acusó a los dirigentes locales del partido de haberse beneficiado de su acceso al combustible, dejando a la mayoría de la gente haciendo filas durante días en las gasolineras vacías.
Tras unas semanas de hacer la denuncia en su programa, cuatro hombres enmascarados y armados irrumpieron su residencia. Lo golpearon y se lo llevaron a rastras frente a su familia. Horas después lo encontraron muerto con heridas de bala, y vestido con su camiseta favorita del Che Guevara.
Los asesinos de Bislick siguen prófugos en esa ciudad de 30.000 habitantes, donde todos lo conocían y sabían que le había dedicado su vida a la revolución bolivariana. El alcalde socialista de la localidad nunca habló del asesinato ni visitó a sus familiares, quienes dijeron que su muerte había tenido motivaciones políticas.
“¿Es denunciar tan feo como para que le cueste la vida a un hombre que solo buscaba el bienestar social?”, se pregunta Rosmery Bislick, hermana del locutor citada en The New York Times.
REPRESIÓN EN VENEZUELA
La muerte de Bislick parece formar parte de una ola de represión contra los activistas de izquierda marginados por Maduro, quien parece decidido a consolidar su poder en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
La votación, boicoteada por la oposición y denunciada por grupos de derechos humanos, podría llevar a la que solía ser una de las democracias más consolidadas de América Latina al borde de un Estado de partido único.
El régimen chavista, desmanteló a los partidos políticos que se oponían a su versión del socialismo. Maduro se ha asegurado que los funcionarios de seguridad se dirijan a los aliados ideológicos desilusionados, repitiendo el camino recorrido por los autócratas de izquierda desde la Unión Soviética hasta Cuba.
“Quien haga una crítica primero te ponen al lado de partidos de oposición, de derecha, te llaman traidor”, dijo Ares Di Fazio a The New York Times. Conocido por ser un exguerrillero urbano y líder del Partido Tupamaros, de extrema izquierda, que fue desmantelado por el gobierno en agosto después de haber expresado su descontento.
La represión interna es el resultado de la decisión de Maduro de abandonar las políticas de redistribución de la riqueza de su difunto predecesor Hugo Chávez, a favor de lo que equivale a un capitalismo de compinches para sobrevivir al endurecimiento de las sanciones estadounidenses.
Este cambio impulsó la economía de mercado negro en Venezuela, aumentando la corrupción generalizada, y permitiendo que Maduro mantenga la lealtad de las élites militares y empresariales que se benefician del nuevo orden económico.
El resultado ha sido un aumento en las sanciones de Estados Unidos a las vidas de extravagantes que ostentan las élites gobernantes en los supermercados y quienes exhiben sus autos de lujo.
“Hay un bloqueo para unos y los bodegones para otros”, dijo en referencia a las tiendas donde se venden productos importados de lujo Oswaldo Rivero, un destacado activista de izquierda y presentador de televisión nacional, que durante años impulsó los ataques a la oposición desde su programa.
La historia completa de este reportaje la puedes encontrar aquí.