Un artículo del periodista español Juan Cruz en el diario argentino Clarín informa de la apertura para su consulta online del archivo del ex-presidente de gobierno español Felipe González, en el cual se encuentra una selección de su correspondencia inédita con Fidel Castro.
Felipe González llegó al poder en España, al frente del Partido Socialista Obrero Español, en 1982, siete años después de la muerte del dictador Franco, y dejó el gobierno en manos del candidato del Partido Popular, José María Aznar en 1996. En ese tiempo en que ejerció, casi siempre con mayoría absoluta, de presidente del Gobierno, González tejió una enorme red de contactos, nacionales e internacionales que se registra en la nutrida correspondencia que ahora se puede consultar en la web de su fundación.
Entre esas cartas hay una manuscrita de Fidel Castro, fechada en marzo de 1985, donde le pide disculpas al presidente español por unas declaraciones hechas poco antes a la agencia española Efe. No fue una entrevista insultante ni dramática, pero en ella el jefe de la revolución cubana aludía a hechos relacionados con el terrorismo o con la OTAN, ultrasensibles entonces en el Estado español. Pero se ve, por la carta, que en el tratamiento del asunto el primer ministro español fue tan andaluz como diplomático.
Fidel le escribe a González: “Me agrada que no estés molesto conmigo, aunque algunas de mis opiniones políticas en la entrevista de Efe, si bien expresadas con absoluto respeto y afecto personal hacia ti, discrepan de las tuyas. Si es virtud de los andaluces el estilo fraternal, sereno y afectuoso con que hablaste a Óscar [su embajador en España], cuando solamente yo esperaba algunas quejas, es algo que admiro; si se trata de cualidades personales tuyas, comprendo tus éxitos en política”.
Otras cartas de Felipe ponen a Fidel en la disyuntiva de liberar al preso de origen español Eloy Gutiérrez Menoyo. Y excepto en alguna broma privada manuscrita (“¡Me tratarás peor que a Jesse Jackson”) el tono reclama del mandatario cubano seriedad y atención a tan grave problema de derechos humanos.
También aparece correspondencia diplomática a propósito de la visita de una delegación española a Cuba en julio de 1993, liderada por Carlos Solchaga, presidente por entonces del grupo Parlamentario Socialista, en la que se hacen duras evaluaciones del estado de la economía cubana.
"En líneas generales, la percepción de la misión es que la situación de la economía cubana es extraordinariamente delicada, si bien la auténtica profundidas de la crisis resulta difícil de precisar por la carencia de datos estadísticos fiables", se lee en uno de los informes, que evidencia todo un proyecto de cooperación y asesoría para convertir la economía cubana en una economía de mercado.
Castro, por su parte, se declara satisfecho con los resultados de la visita, así como con "la seriedad y profundidad de sus análisis,desde una óptica que reconocemos permeada por el interés en proponer posibles soluciones acordes con los propósitos de solidaridad y justicia, que para nosotros, como sabes, son fundamentales".
El gobernante cubano también opina sobre los resultados de los debates y las elecciones españolas, e intercede en alguna ocasión para que González medie con la empresa Tabacalera SA, a cargo por entonces de la comercialización en el extranjero del tabaco cubano o le consiga créditos blandos para la compra de alimentos tras el paso de un ciclón, en marzo de 1993. Hay también interesantes cruces de opiniones sobre la caída del sistema socialista, los derechos humanos, e invitaciones a Cayo Piedra y Tropicana, lugares preferidos por González, que convierten esta correspondencia en material valioso para los historiadores contemporáneos.