Isabel Urquiola educó sola a sus hijos Omara y Ariel, dos reconocidos opositores del régimen cubano. Dice sentirse feliz de tener los hijos que tiene, de que se comporten como personas libres.
Hija de un padre masón que la apoyó siempre y de quien heredó sus convicciones, Isabel defendió su derecho de criar a sus hijos, como responsables de su propio futuro.
Esta madre cubana ha vivido más de siete décadas, fiel a los principios de dignidad e independencia, legados a Ariel y Omara, quienes coinciden en el beneficio que les ha concedido su madre, al formarlos como seres con valores sólidos y genuinos.
Isabel recuerda haber reconocido el carácter rebelde en sus hijos a una edad temprana, pero expresa la admiración que esto le provoca.
“Yo me siento orgullosa de que mis hijos sean como son”, dijo la entrevistada a Cubanet.
“Yo eduqué a mis niños desde mi profunda convicción de que serán hombres y mujeres y como eso deben aprender a comportarse”, respondió en una ocasión Isabel a algunos familiares que cuestionaron la manera en que educaba a Ariel y Omara.
Maestra de profesión y defensora de la educación como método de emancipación, Isabel Urquiola es portadora de una fortaleza admirable a pesar de las adversidades: “Me he podido levantar… cualquiera se cae, el problema está en saberse levantar”.
Madre y padre de sus dos hijos, dice aconsejarles mantener la ecuanimidad y no dejarse provocar en los momentos difíciles que han enfrentado, producto del acoso del régimen. “He sentido miedos, pero he recuperado la tranquilidad. En estos casos no se puede tener miedo, hay que ser valiente, hay que recuperarse”, afirma.
Isabel demuestra su firmeza, al estar aún al frente de la finca que es propiedad de la familia en Viñales, Pinar del Río, donde radica un proyecto ecológico desarrollado por Ariel y que tanta incomodidad ha causado a las autoridades castristas, hasta el punto de amenazarlos con el desalojo, haber llevado a Ariel a la cárcel o acosar y detener a Omara.
Ambos hermanos mantienen una postura independiente frente al régimen cubano, que los persigue precisamente por su autonomía. Llevan adelante el proyecto de la finca, motivo por el cual comenzaron las desavenencias entre la familia y el régimen. En varias ocasiones ambos criticaron los métodos de hostigamiento contra ellos, que adquieren las formas más extravagantes y oscuras.
Omara fue expulsada del Instituto Superior de Diseño donde trabajó por décadas como profesora, por sus actividades “contrarrevolucionarias”.