Hace 14 años que la vedette española Rocío Jurado partió físicamente, aunque su potente voz sigue incendiando los corazones de muchos fanáticos.
Pero seguramente, hay algunos detalles de la vida de la Jurado que muchos desconozcan, como el hecho de que fue nombrada la voz del Milenio.
Entre los numerosos reconocimientos que recibió se encuentra el de ser la Voz del Milenio, galardón que recogió en la ciudad de Nueva York en el año 2000.
Otro detalle curioso es que hizo una huelga de hambre a los 14 años para que sus padres aceptaran su decisión y la dejaran seguir su sueño. Tras siete días sin comer, pudo cumplir su deseo de ir a Madrid y desarrollar su carrera allí.
Aunque ganó muchos premios a lo largo de su carrera, la Jurado empezó desde abajo, de hecho sus primeros galardones en los concursos musicales fueron 250 pesetas y una botella de gaseosa.
La artista también se convirtió en un icono del destape y sus actuaciones en Televisión Española solían conmocionar a la audiencia. En aquella etapa, los directivos de la cadena tenían preparado un chal de emergencia en su camerino por si su atrevido vestuario no pasaba el filtro de la censura televisiva.
Si algo nunca escondió Jurado, era su feminismo. Fue una adelantada a su tiempo e incluso le dedicó una canción a la masturbación femenina titulado “Amores a solas”.
"Esto nunca se había cantado y, si se ha cantado, lo había hecho un hombre, pero nunca una mujer", dijo en ese momento.
Y tan feminista era, que le pidió tres veces matrimonio a su primer amor, Enrique García Vernetta. Sin embargo, él la rechazó en las tres ocasiones.
También fue una furibunda defensora de los derechos LGBT+. En una entrevista en Canal+ le preguntaron cómo se sentía al tener tantos fans homosexuales. "Yo soy progay", contestó tajante.
En 2004 le diagnosticaron cáncer de páncreas y en 2005 dio el que sería su último concierto, “Rocío Siempre”.
Debido a la enfermedad la intérprete tenía que parar entre canción y canción, y supuestamente Mónica Naranjo le dijo que se fuera a casa, asegurando que era la más grande y ya no tenía nada que demostrar.
Pero pese a su malestar, Jurado decidió seguir adelante para no decepcionar a la gente de Chipiona, su pueblito natal, que había ido a verla al teatro.