Esta semana Britney Spears ha vuelto a acaparar titulares y primeras planas. Lo logró no por un nuevo éxito musical o alguna de sus gustadas giras, sino por su comparecencia ante un tribunal para exigir el fin de la tutela legal que desde 2008 ejerce sobre ella su padre, Jamie Spears.
En su declaración de 24 minutos ante la jueza Brenda Penny, la estrella del pop dejó en claro que no estaba cómoda con un sistema que controla su vida personal y sus finanzas, al punto de que está obligada a usar anticonceptivos y no puede casarse con su novio.
“Simplemente no me gusta sentir que trabajo para las personas a las que pago”, afirmó Spears, que además se disculpó con sus fans por “disimular que estaba bien” cuando realmente sufre por lo que definió como una tutela “abusiva”. Según explicó luego en su Instagram, no se había expresado antes por “orgullo”.
El alegato de la cantante de 39 años, cuya fortuna actual asciende a 60 millones de dólares, fue emotivo, auténtico y sólido a ojos de fans y conocedores del caso. Sin embargo, no es concluyente para determinar si la artista está en plena capacidad para manejar con prudencia su patrimonio, una de las causas que conllevó a la imposición de la tutela 13 años atrás.
De cualquier forma, la controversia entre Britney y su padre arroja varias interrogantes de interés más allá de la necesidad objetiva de que permanezca o no el sistema legal contra el que ella se rebela, y cuyo fin inmediato demanda.
Entre éstas destaca cuánto ha ganado Jamie con la tutoría, misma que le mandata para ser el administrador de la fortuna y finanzas de su hija.
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De acuerdo con Forbes, durante más de una década de control sobre la intérprete de “Gimme More”, “Toxic”, “Oops!...I Did It Again” y otros hits, Jamie Spears se ha embolsado al menos cinco millones de dólares antes de impuestos.
“Le ha pagado un salario mensual, le ha proporcionado espacio de oficina y le ha dado una parte de su celebridad… Debido a la tutela, Britney Spears también tuvo que pagar cientos de miles de dólares, si no millones, en honorarios legales tanto para ella como para sus tutores”, explica un reporte del referido medio, que detalla que el salario mensual que la artista paga a su padre al menos desde febrero de 2009 asciende a 16 000 dólares.
Tal cuantía o compensación hace que por salario el padre haya ingresado 2,4 millones de dólares en 12 años, cifra que se acrecienta con las comisiones que ingresó a su patrimonio personal a partir de las giras de su hija.
Estas comisiones, señaladas por The New York Times, podrían explicar las acusaciones de Britney de que, bajo la tutela, se ha visto obligada a trabajar y actuar en varias ocasiones a pesar de no querer o sentirse enferma.
Los pagos por concepto de comisiones por giras y presentaciones, detalla Forbes, incluyeron el 1,5 por ciento de las ventas brutas de entradas y mercancías de la popular residencia de conciertos “Piece of Me”, que se desarrolló entre 2013 y 2017 en Las Vegas.
Ese programa recaudó 137,7 millones de dólares, según Caesars Entertainment, lo que significó 2,1 millones de dólares para Jamie Spears, que también se embolsó al menos medio millón de dólares con su comisión del 2,95 por ciento en la gira Femme Fatale, en 2011.
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Con tales ganancias, cuesta creer que el padre de la artista esté dispuesto a perder la tutela sobre ella. Sin embargo, tanto él como sus representantes legales han explicado que la tutoría y control del patrimonio de su hija no es una cuestión de interés.
“La herencia estaba casi sin fondos y equivalentes de efectivo”, explica una presentación de 2018 del abogado de Jamie Spears, sobre el estado de la fortuna de Britney en febrero de 2008, cuando inició la tutela.
Dicha presentación asegura que entre 2014 y noviembre de 2018 la herencia aumentó en valor unos 20 millones de dólares, crecimiento atribuido en parte a la gestión de los conservadores del dinero de la estrella.