Yeni Carel es “carretillera”; es decir, carga viandas y frutos en una carretilla para venderlos.
Tiene los ojos algo tristes, y un dragón pequeño tatuado en el cuello.
Calabazas, guayabas, plátanos machos, papayas y malangas son sus acompañantes diarios por las calles.
Hay días buenos y días no tan buenos, dice Yeni, y también que ese oficio era como una idea fija desde que trabajaba en un quiosco en la playa de El Salado.
Allí estuvo desde los 18 hasta los 28 años.
“Al final dejé el pan con jamón y empecé a vender viandas”.
Tiene 40 años y dice que seguirá en este negocio hasta que aparezca algo mejor.
Por ahora, se sienta en la sombra junto a su carretilla cargada, en una calle del pueblo de Bauta, y espera el paso de los clientes.
Yeni cuenta que a veces se le dificulta obtener los productos, pero los campesinos la conocen y al final siempre resuelve.
En su muñeca derecha, una mano de Orula, que parece guiar con paciencia y sabiduría el rumbo de Yeni.