El esgrimista cubano Luis Patterson, medallista mundial juvenil y titular panamericano de esa disciplina, contó a la revista deportiva Play Off Magazine por qué decidió escapar de una delegación deportiva en Europa en el año 2019.
“Mis condiciones de vida en Cuba no eran las mejores, ni las merecidas para un atleta de alto rendimiento. Aún después de representar a Cuba en varios eventos internacionales y obtener resultados, debía compartir cama con mi mamá y hermano al regresar a mi casa, o dormir en el piso”, relató.
Patterson, actualmente radicado en Canadá, añadió que en el equipo nacional de esgrima las condiciones tampoco eran las óptimas para un atleta de su calidad y agregó que los atletas de esta disciplina carecían y carecen de equipamientos, armamentos y presupuestos.
“La esgrima no es un deporte mediático en Cuba como el boxeo, béisbol, lucha, etc. Por ello, no recibíamos apoyo de los federativos. Tomamos la decisión en equipo de costearnos el viaje y gastos para poder competir y conseguir puntos para el ranking. Apostamos a nosotros, y ganamos”, precisó.
El atleta narró que, al no contar con el apoyo de la Federación de este deporte en la isla, en muchas ocasiones fue por su cuenta a competiciones regionales e, incluso, tuvo que pedir ayuda a extranjeros para asistir a diferentes lides.
Tras estas vicisitudes, luego de ganar el oro en los Panamericanos de Lima, en 2019, el esgrimista tomó la decisión de desertar en el próximo torneo, que tuvo como sede a Suiza.
“Me di cuenta de que, por muchos resultados, seguiría viviendo del momento. Tuve varias discusiones con mi entrenador y algunos directivos por injusticias. Supe que, si no lo aprovechaba, nunca más me darían otra oportunidad. Aun siendo campeón Panamericano, me amenazaron con removerme del equipo A, en caso de no obtener un buen resultado en Berna, Suiza. Me pareció bastante absurdo”, insistió.
Patterson agregó que en esa ocasión estuvo toda una noche sin dormir pensando en cómo salir de la habitación sin ser visto.
De Suiza, pasó a Francia y de allí, a Canadá, donde lleva tres años.
“No he vuelto a ver a mi familia, pero sé que algún día lo haré. A mí me tocó tomar la decisión más difícil, pero no me arrepiento”, concluyó.