Este sábado se cumplen cinco años de que el lanzador estrella de los Marlins de Miami, José Fernández, muriese en un trágico accidente de bote y removiese el mundo del béisbol ligamayorista, al punto de que su equipo aún no supera la pérdida y sigue envuelto en una reconstrucción que pueda llevarle a los planos estelares que se vislumbraban con el cubano.
Fernández nació el 31 de julio de 1992 en Santa Clara y su vida tuvo una relación especial con el mar. Protagonizó tres intentos fallidos de salida marítima de Cuba, cada uno de los cuales lo llevó a pasar tiempo tras las rejas, hasta que, en una cuarta ocasión en 2007, logró abandonar el país con su madre y su hermana, en busca del “sueño americano” y un futuro más promisorio para su innato talento.
En esa peligrosa travesía su madre cayó del bote cuando se adentraron en aguas turbulentas y Fernández no dudó ni un segundo para lanzarse y salvarla. Curiosa profecía de la relación que tendría con el mar, en el que perdería la vida años después en un choque.
Fernández y su familia llegaron a México y lograron entrar después a Estados Unidos, donde se asentaron en Tampa en 2008. El joven destacó en el béisbol preuniversitario, donde fue uno de los lanzadores más dominantes del país, con balance en su último año de 13 victorias y una derrota, así como 135 ponches y una efectividad de 2.35.
Por sus brillantes actuaciones los Marlins lo ficharon en el draft amateur de 2011 y tan sólo dos años después lo subieron a la “gran carpa”, donde deslumbró desde el inicio y fue nombrado novato del año de la Liga Nacional.
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Su carrera en la máxima categoría fue de sólo cuatro temporadas, pero sus números aventuraban que se podía estar en presencia de uno de los grandes lanzadores de la historia del béisbol estadounidense. El cubano tuvo un récord de 38 victorias y 17 derrotas, con una efectividad de 2.58 y 589 ponches en 471 entradas y un tercio, actuaciones que le valieron para asistir en dos ocasiones al Juego de Estrellas.
Todo terminó el 25 de septiembre de 2016, cuando su bote se volcó en un embarcadero cerca de Government Cut y South Pointe Park. El estelar lanzador fue hallado muerto junto a sus amigos Emilio Macías y Eduardo Rivero, de 27 y 25 años, respectivamente.
Los tres habían estado bebiendo y Fernández conducía el bote en el momento del incidente de manera imprudente, presuntamente en estado de embriaguez o excitación por el consumo de otras sustancias tóxicas.
Sus compañeros de equipo le recuerdan como alguien que siempre tenía una sonrisa en su rostro y disfrutaba cada día de la vida. Hoy, a cinco años de su partida, no superan su pérdida en lo personal y en lo deportivo.
“El efecto dominó de la muerte de Fernández todavía se siente en el campo de los Marlins”, asegura un reporte de The Miami Herald, basado en el hecho de que la franquicia floridana ha tenido temporadas perdedoras en cuatro de los últimos cinco años y ha pasado por un cambio de administración que provocó una profunda reconstrucción, con resultados limitados y éxitos inmediatos no previsibles.
Miguel Rojas, el único Marlin de los tiempos de Fernández que queda en el equipo, admitió ante el referido medio que la muerte del joven lanzador provocó “muchos cambios”. “Desde el momento en que sucedió, la organización cambió de inmediato”, dijo Rojas, uno de los tantos jugadores y amantes del béisbol que no olvida a la gran promesa cubana.