La acusación que fiscales en Nueva York hicieron la víspera contra Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, jefe del Partido Socialista y presidente de la Asamblea Constituyente, respectivamente, tomó un giro que podría ser peligroso para Juan Guaidó, el líder opositor reconocido como “presidente encargado” por decenas de países.
El jefe del régimen de caracas y otros jerarcas de su entorno fueron acusados por asociarse con rebeldes colombianos y miembros del ejército “para inundar a Estados Unidos con cocaína” y utilizar el narcotráfico como “un arma en contra de Estados Unidos”.
El Departamento de Estado anunció 15 millones en recompensa por información que conduzca al arresto o condena Maduro, así como 10 millones por aprender a hombres vinculados a su gobierno y al del fallecido Hugo Chávez, señalados por “formar parte del cartel de Los Soles”.
Entre los personajes que también están siendo buscados por la justicia estadounidense se encuentran Tareck El Aissami, ministro de Industria y vicepresidente de Economía; Hugo Carvajal, exdirector de inteligencia militar; y el Mayor General retirado Clíver Alcalá Cordones.
Poco después del anuncio de Estados Unidos, el poderoso fiscal Tarek William Saab acusó al líder de la oposición a través de su cuenta de Twitter.
El fiscal dijo que abrió una investigación contra el líder de la oposición y presidente de la Asamblea Nacional por el delito de golpe de Estado. Esta petición se dio luego de las declaraciones del general retirado Clíver Alcalá Cordones, uno de los señalados como narcotraficante por Estados unidos, quien afirmó que trabajaba con Guaidó y agentes de los Estados Unidos para la compra de armamento venezolano con el fin de derrocar a la dictadura.
“El Ministerio Público ha abierto una investigación contra Guaidó, Cliver Alcalá y demás colaboradores, por el convicto y confeso delito de intento de golpes de estado contra el presidente Nicolás Maduro”, escribió William Saab en la red social.
Alcalá dijo que se va a entregar a las autoridades colombianas luego de que su nombre figurara entre los miembros del régimen venezolano que son buscados por los Estados Unidos.
Además, se mostró indignado por haber sido incluido en esta lista, ya que desde hace un buen tiempo ha estado apoyando a la oposición liderada por Juan Guaidó en la intención de derrocar a Nicolás Maduro del poder.
William Saab dijo que Alcalá había organizado al menos tres campamentos en Colombia con la finalidad de crear un grupo de asalto que pueda ingresar a Venezuela.
El jueves en la noche, Maduro se mostró irritado y desafiante al hablar de la recompensa de 15 millones que puso Estados Unidos sobre él para que enfrente cargos por narcotráfico.
Calificó al presidente norteamericano Donald Trump de “cowboy racista” y advirtió que está listo para pelear con todos los medios necesarios si Washington y la vecina Colombia deciden pasara a una acción militar en territorio venezolano.
Maduro, un exconductor de autobús reconvertido en dictador venezolano, alegó que las acusaciones tenían motivaciones políticas. Dijo que ignoran el papel de Colombia, aliada de Washington, como la principal fuente de cocaína del mundo y el rol de Caracas facilitando las conversaciones de paz entre el gobierno de Bogotá y los rebeldes de ese país durante la última década.
“Eres un miserable, Donald Trump”, afirmó el mandatario venezolano durante un discurso televisado.
En sus declaraciones más duras contra Trump hasta la fecha, Maduro incluyó una amenaza para usar la fuerza militar: “Si un día el imperialismo y la oligarquía colombiana se atrevieran a tocarnos un pelo, prepárense para la furia bolivariana de un pueblo que arrasaría con todos ustedes”.
Sin ofrecer evidencias, Maduro dio que la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) estaba detrás de un plan de Alcalá para asesinarlo a él y a otros líderes políticos.
Las acusaciones contra Maduro llegaron cuando el brote de coronavirus amenaza con hacer colapsar el sistema de salud de Venezuela y a su economía petrolera, ya atacada por la corrupción y por las sanciones de Washington.
Los actos criminales relacionados a la confabulación de drogas y armas, que se remontan al inicio de la revolución comandada por Hugo Chávez en 1999, ocurrieron en lugares tan remotos como Siria, México, Honduras e Irán, de acuerdo con la acusación formal. El secretario de Justicia de Estados Unidos, William Barr calculó que el plan ayudó a contrabandear hasta 250 toneladas de cocaína al año provenientes de Sudamérica.