Moderna, unas de las farmacéuticas en busca de una vacuna contra el coronavirus, anunció este miércoles que espera producir 500 millones de dosis para EE. UU. y llegar a los 1000 millones anuales en todo el mundo, lo que puede suponer un respiro a nivel global, donde los casos no paran de aumentar.
“La prioridad es tener capacidad disponible para Estados Unidos”, indicó el consejero delegado de Moderna, Stéphane Bancel, quien detalló que esperan dar al Gobierno estadounidense control de la distribución de la vacuna si esta supera finalmente las pruebas clínicas de la fase 3, que comenzarán el 27 de julio.
Con más de 700 muertos diarios de media a nivel nacional en la última semana, parece que la primera potencia mundial ha puesto todas sus esperanzas de salida de esta crisis sanitaria en la vacuna.
Florida se está consolidando como foco principal en el país, con más de 300 000 casos positivos acumulados en las últimas 24 horas y sin lograr bajar de los 10 000 casos diarios.
El Departamento de Salud de Florida informó este miércoles que el estado había superado los 300 000 contagios, al sumar más de 10 181 nuevos casos en las últimas 24 horas y 112 muertes, en medio de una creciente preocupación por la extensión de la pandemia y la falta de decisiones a nivel estatal.
Ante la situación no solo en Florida, sino también en el resto del país, la Administración del presidente Donald Trump ha destinado más de 2200 millones de dólares en apoyar varios candidatos vacunales que, de resultar, podrían inmunizar la población contra el coronavirus SARS-CoV-2, entre ellas dos que parecen ir por el buen camino: la mRNA-1237 de Moderna y las BNT162 de Pfizer.
Ambas están preparando ya la entrada en la última fase de ensayos clínicos este mes con un grupo de unos 30 000 voluntarios, con la esperanza de, si se confirman que son vacunas seguras y eficaces, recibir la aprobación rápida de los reguladores estadounidenses.
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Al contrario, la máscara o el tapabocas parece estar perdiendo la batalla como alternativa para contener el índice de infectividad con varios gobernadores republicanos enrocados en no forzar su uso con multas, pese al aumento de casos.
El gobernador de Oklahoma, Kevin Stitt, anunció este miércoles que contrajo la COVID-19, pero volvió a negarse a ordenar el uso obligatorio de la mascarilla, aunque las infecciones en el estado siguen elevándose.
Estados con alto número de nuevos casos de COVID-19 per cápita y gobernadores republicanos como Texas o Florida han rectificado y ha ordenado llevar máscara, mientras que otros como Georgia y Iowa siguen resistiéndose a esta medida.
Mientras tanto, la mayor red de supermercados del país, Walmart, anunció hoy que requerirá a todos sus clientes llevar máscara a partir del próximo lunes.