La cuarentena por el coronavirus ha destapado el problema oculto del hambre en Colombia donde millones de personas protestan a diario por la imposibilidad de acceder a comida, lo que ha desembocado en saqueos de ayudas en varios lugares del país.
Acosados por la escasez, los colombianos más pobres incumplen el aislamiento obligatorio vigente desde el pasado 25 de marzo para rebuscar en las calles el sustento diario con el que solían alimentar a sus familias antes de la llegada de la pandemia que hasta el momento deja 3.977 contagiados y 189 muertos.
Es lo que ocurrió hoy en la barriada bogotana de Ciudad Bolívar, en el sur de la ciudad, donde decenas de personas se "tomaron" la alcaldía local para exigir a las autoridades que agilicen la entrega de las ayudas prometidas a los más desfavorecidos.
El desespero de no tener que llevar a la mesa ha desencadenado disturbios y saqueos a las ayudas que envía el Gobierno y a comercios en algunas partes.
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Desde Aracataca, tierra natal del nobel de Literatura Gabriel García Márquez, hasta el agroindustrial departamento del Valle del Cauca, las autoridades han redoblado la seguridad de los vehículos que transportan las ayudas, mientras algunos supermercados han cerrado sus puertas para blindarse de los disturbios y asaltos.
El lunes, por ejemplo, en el municipio de Fundación, en el caribeño departamento del Magdalena, hubo saqueos y disturbios en algunos comercios.
También ocurrieron desórdenes en Medellín, donde cerca de un centenar de personas bloquearon una carretera del noroeste de la ciudad para reclamar ayudas humanitarias.
El Gobierno nacional inició este mes la entrega de un millón de mercados en todo el país, pero la cifra quedará corta teniendo en cuenta que el presidente Iván Duque prolongó el aislamiento obligatorio hasta el próximo 11 de mayo.
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Más de cinco millones de colombianos dependen de la economía informal y sobreviven sin ingresos fijos mensuales, dinero que se ha esfumado poco a poco porque con la cuarentena obligatoria la mayoría no puede hacer ya sus actividades comerciales desde casa.
"Parecemos las vacas flacas, ya no tenemos aliento ni para caminar. Nos estamos muriendo no de virus sino de hambre. No hemos visto nada de lo que nos prometieron, estamos aguantando hambre", dijo a Efe Sandra Patricia Hurtado, habitante de Ciudad Bolívar.
En ese sector habitan miles de desplazados que huyeron de sus tierras, despojados por los violentos del conflicto armado, o expulsados por la pobreza en que vivían.
Mientras, otros hacen enormes filas en las calles para recibir mercados, artículos de higiene o para cobrar un subsidio del Gobierno, cuya entrega fue suspendida temporalmente tras las denuncias de ciudadanos que encontraron inconsistencias en el registro de los beneficiados.
Como Hurtado, en cada rincón del país hay colombianos a los que el hambre se les convirtió en un asunto de vida o muerte, una situación que incluso los ha obligado a pedir alimentos de puerta en puerta en los vecindarios más prósperos.