El maloliente sargazo llegó a las turísticas playas floridanas para quedarse, según la Universidad del Sur de Florida (USF), que este año prevé una invasión de esa alga marrón aún peor que la de 2018 mientras persista el vertido de nutrientes al Atlántico desde la costa africana y suramericana.
Tras divulgarse recientemente el hallazgo de la mayor floración de estas macroalgas en el mundo, con una longitud de hasta 8.850 kilómetros, gracias al análisis de imágenes de satélite de la NASA, la universidad detalló en un estudio el impacto que tendrá esta "invasión" en la península de Florida.
Aunque actualmente "no es una amenaza real para Estados Unidos, sí representa un problema para algunas playas en la costa este de Florida", explicó a Efe Chuanmin Hu, uno de los autores del reporte.
El oceanógrafo precisó que el otro estado afectado en el país es Texas, donde "ha sido rutinaria su aparición, incluso antes de 2011", cuando comenzaron las "floraciones masivas" de esta alga marina en el Atlántico.
En Florida, donde el turismo juega un papel importante en la economía de la región, su aparición también se notó con gran fuerza a partir de 2011 y se ha ido acrecentando, con excepción de 2013, hasta llegar a un récord en 2018, según el estudio.
Sin embargo, lo más preocupante es que el fenómeno no frenó cuando bajaron la temperaturas.
"Durante los meses de invierno, la mayoría de sargazo desaparece en las imágenes de satélite, pero este año es inusual", explicó el profesor de la Facultad de Ciencias Marinas de la USF que analizó más de diez años de estas instantáneas.
Señaló que no cree que haya cifras exactas sobre los estragos económicos del sargazo en playas turísticas del Caribe y México, pero considera que deben ser "muy graves" a juzgar por la declaración de "emergencia nacional" en algunos países de la región.
El impacto en Florida tampoco es claro. Por lo pronto los turistas y residentes se quejan del olor en donde se acumula esta alga y la apariencia amarillenta del agua en algunas playas turísticas, habitualmente cristalinas.
Esa es la tajada que le ha tocado a Florida del llamado Gran Cinturón del Atlántico del Sargazo (GASB, en inglés) detectado por la USF la semana pasada y que se extiende desde África occidental hasta el mar Caribe y el Golfo de México.
El estudio, liderado por el profesor Mengqiu Wang, detalla que aunque desde el siglo XV Cristóbal Colón reportó colchonetas flotantes de estas algas en el centro del Atlántico, lo alarmante a partir de 2011 es que han aumentado en "extensión y densidad".
"Tales floraciones recurrentes pueden convertirse en la nueva normalidad", señaló Wang.
Hu, por su parte, explicó que la floración en el Caribe durante los primeros meses de este año fue incluso peor que la de 2018, lo que indica que persistirá los próximos meses. "Probablemente están aquí para quedarse", lamentó Hu.
Explicó que el sargazo huele cuando se concentra grandes cantidades y se pudren, lo cual se ha detectado en algunas playas de la zona turística South Beach.
"Las algas gruesas liberan gas de sulfuro de hidrógeno y huelen a huevos podridos, lo que puede ser problemático para las personas con problemas respiratorios", señala el estudio.
Sin embargo, Hu dijo que el olor no es el mayor problema, ya que hay otras consecuencias adversas económicas y para la fauna marina.
En mar abierto, el sargazo sirve como hábitat y refugio para varios animales marinos, explicó Wang. "A menudo veía peces y delfines alrededor de estas colchonetas flotantes".
Pero a la vez dificulta la capacidad de algunas especies marinas para moverse y respirar. Además, las algas también pueden sofocar los corales y las hierbas marinas si grandes cantidades mueren y se hunden en el fondo del océano.
La explosión de esta alga, según el reporte, indica que ha habido cambios en la química, biología o física del océano relacionados con el consumo de fertilizantes en Brasil, las tasas de deforestación en el Amazonas y la descarga del río Amazonas.
"En resumen, más nutrientes, como el nitrógeno, significa más algas marinas", dijo.
A esto se suman los vertidos naturales de nutrientes de la costa de África occidental.
"Todo esto está relacionado con el cambio climático porque afecta las precipitaciones, la circulación oceánica e incluso las actividades humanas, pero lo que hemos demostrado es que estas floraciones no se producen debido al aumento de la temperatura del agua", aclaró Hu.
El informe de USF detalla que en 2018 el cinturón, que alcanzó a pesar 20 millones de toneladas, más que 200 portaaviones completamente cargados, causó estragos en las costas que bordean el Atlántico tropical, el Mar Caribe, el Golfo de México y la costa este de Florida.