Hay un viejo chiste que contradice una de las máximas del marxismo clásico, que dictaba, sin derecho a réplica: “la materia ni se crea ni se destruye”. En Cuba, la materia ni se crea ni se destruye: se traslada.
Cuba es el único país donde los dirigentes muchas veces caen hacia arriba, y los que no, entran en una categoría fantasmal llamada “plan pijama”, a pesar de que hace más de sesenta años que en el país no se produce una sola unidad de esa cómoda prenda de dormir.
El primer caso es el de Susely Morfa, conocida desde la Cumbre de Panamá como “la sicóloga millonaria”, histérica, feroz, poseedora de un analfabetismo galopante que se resume en un universo de palabras con las que a duras penas podría escribirse una página del Granma. Perdón, con las que a duras penas podría escribirse.
Cuando todos pensaban que había caído en desgracia al ser “relevada” (un término que ha acuñado el castrismo, que significa despeñarse o trasladarse) de sus funciones al frente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) como Secretaria General, aparece, como por milagro de ese partido único, malabarista y marrullero, “para atender la esfera ideológica del Partido Comunista de Cuba (PCC)” en la provincia de Matanzas.
No es extraño que, como en un retablo de ese guiñol de carromato que practica el gobierno cubano con sus cuadros, desaparezca alguien de aquí para aparecer, a veces anunciado con bombos y platillos, y otras a sotto voce, en otro sitio, “desempeñando una nueva responsabilidad”.
Ya lo dice la misma etimología de la palabra cuadro: algo que se puede colgar en cualquier pared. Si te molesta en la sala, lo instalas en el comedor. Toda la isla es, por obra y gracia de ese huerto escolar que tiene el partido único para cultivar y más tarde cosechar personal confiable, capaz de asumir (sin entender, porque pedirles eso sería mucho) cualquier tarea que le encarguen esos viejos de la tribu, una grandísima galería donde uno puede ver cuadros de tamaños y formas diferentes, mejor o peor pintados por el óleo de la ideología, cuadros abstractos.
Lo interesante en este caso es la misión que le encarga ese club de cerebros longevos que es el Comité Central del partido a esta guerrera del improperio: vigilar la esfera político-ideológica. Otear el panorama cada vez más enmarañado de las relaciones de los militantes con el estado y la validez de la preparación ideológica de los mismos, que es como pedir a un payaso que pese en una balanza su arsenal de chistes, algo intangible e impalpable.
Es como ir detectando el aura de cada quién. Estudiar su proyección y sus palabras. Sentir los latidos del corazón de los militantes y descubrir si se acelera cuando mira hacia el norte revuelto y brutal, cabalga triunfante si le hablan de la Ciénaga de Zapata, o llora al pensar en “Nemesia, flor carbonera”, la que nació con los pies descalzos, y que posiblemente trabaje en la actualidad en alguna brigada constructora de terraplenes (ese atentado que hizo el Delirante en Jefe a la naturaleza y a la ecología), rompiendo rocas porque “hasta rompía las piedras con las piedras de sus callos”.
Dura faena le espera a Susely en la otrora “Atenas de Cuba”, minada en sus cimientos por dirigentes ignorantes y temperamentales. No imagino qué hará cuando en sus antenas entre el sueño de los babalawos de Jovellanos mezclados con el clamor de los guerreros en las ngangas, y las ofrendas de los paleros de la zona norte de la provincia.
¿Cazará debilidades? ¿Podrá su mirada de sicóloga descolocada traspasar las máscaras que usan los cubanos para sobrevivir a persecuciones y cribas del inmenso aparato represivo que vigila cada esfera del país? ¿Se aguzará su sensibilidad para revelar dudas, dobleces y agotamientos de la coraza comunista en el largo proceso de construir en esa isla caribeña lo que ya se derrumbó en otras partes? ¿Regresará al equipo nacional o se quedará, disolviéndose hasta el olvido, en ligas provinciales?
Le han perdonado la vida. Le han otorgado una dádiva tras el primer conteo de protección. Ministros de cultura hubo que terminaron tronados dirigiendo planes porcinos. Pero ella, que viene de lo porcino, cabe en cualquier parte. Para eso demostró fehacientemente que es confiable, y que, en cualquier batalla callejera contra los enemigos, resonará su voz gritando “ratas” a todo el que piense diferente. Perdón de nuevo, a todo el que piense.
Ahí va Susely con su aparatico para detectar flojeras ideológicas, firmezas falsas, actitudes endebles, debilidades políticas y otros padecimientos urinarios. Y emprende una nueva cruzada en defensa de las ruinas de la revolución. Matanzas la recibe, dice, con los brazos abiertos. Bienvenida a la doble moral.