Escritor de "Tacuaco" incita  campaña de odio

González Reinoso arremete contra el escritor cubano Antonio Rodríguez Salvador, quien recientemente llamó a lanzar "una campaña contra los que discriminan el sentido común en sus campañas antidiscriminación”
Antonio Rodríguez Salvador
 

Reproduce este artículo

Antonio Rodríguez Salvador, (1960), natural de Sancti Spíritus, “profesor de estética y redacción de estilo”, amén de “economista universitario”, ganador de varios lauros en ‘su papel de escritor del patio’ y también en la trastienda metropolitana –donde suelto allí aún se considera “un guajiro”-, ha saltado de promover en su perfil de Facebook la noveleta “Rolandos” (disponible en Amazon por la bicoca de 18 cañas europeas el ejemplar), a incitar a un revisionísimo concepto de revancha vocinglera que, según él, no ameritaría más que deleznar su propalada esencia, no lo que en verdad, como pensantes, nos denigre.

He aquí lo que soltó en tono interrogante y amenazador:

“Qué tal una campaña contra los que discriminan el sentido común en sus campañas antidiscriminación”.

Establecer una nueva cruzada ¿orientada, sugerida, autónoma? contra aquellos que defiendan el “sentido común”, en tanto luchas individuales como grupales, y tras cualquier aire libertario en la asfixiante realidad cubiche, parecerá premisa de preeminencia para el autor de semejante ditirambo, ofensivo a quienes batallan enconadamente contra cualquier génesis de la transculturación discriminante.

No hay que asombrarse demasiado: su alegato del decreto 349 en el provinciano semanario Escambray reproducido por la planta matriz del mal, molesta de solo mirar la introducción: “Lo que cierta prensa quiere presentar como un vulgar ejercicio de la censura —el Decreto 349 del 2018— es en realidad una vieja demanda de lo mejor de nuestra intelectualidad” … o llega al absurdo cuando escribe: “¿Acaso, en el fondo, están a favor de la vulgaridad y la grosería? ¿Era eso, realmente, lo que quiso expresar el artista al embadurnarse de excrementos? ¿Necesitarán de un público vulgar, con bajo espesor perceptivo para recibir aplausos? Ante tales hechos, mi amigo respondería con una doble sinestesia: Es que sus propósitos son de una claridad bullangueramente apestosa”.

Cuando se emplea el vocablo “campaña”, en cualquier escrito por muy racional que sea (que no es el caso), se estará recurriendo al lenguaje cuartelero del que jamás alardeara el grande Bartolomé Masó, quien no como el falso profeta contemporáneo que nos ocupa, fuera remitido al presidio de Cádiz, y de allí a las prisiones de Melilla y Ceuta, liberado en 1881, pero 10 años más tarde relevantado con la fallida conspiración conocida como La Paz del Manganeso. Eso era tener coraje (y cojones) para mentar empresas inmortales. Porque lo suyo ha sido un llanto de seca imprenta.

Un brigadier no podría prescindir del ego: él, militar per se. Como un redactor que se rasque las ínfulas -en lugar de rasgarse vestiduras- no ha sino apelado a ardides provocadores que puedan armarse con sus plumas. Sea genial fabulador (y el plural plumífero no significará lo que asemeje, sino las influencias dadas a lo largo del uso continuado de tan “creadora” esterilidad, y hayan llegado a cerrarle el pico al más pinto de la paloma) o mero escribano.

Otra ola de rechazos a las fobias que mal disimula este “intelectual revolucionario” (según el ciber-combatiente Jorge Ángel Hernández Pérez, dueño del invigilado dominio “Oggún Guerrero”, correligionario de La Pupila) se ha levantado, tras la salida hoy de esa enrojecida –y pública— provocación.

Por ejemplo, Rosa Marquetti le escribió:

“Sería muy bueno que (…) nos compartiera qué llama usted "sentido común". Una campaña antidiscriminatoria parte de la conciencia de un sujeto que siente que es discriminado y tiene todo el derecho a gritar tan alto y del modo en que su voz se lo permita. Su post, justamente en un día como hoy donde el mundo alza la voz de condena por el asesinato ayer de un ciudadano negro en Estados Unidos, es una bofetada, que, al menos yo, siento en mi rostro.”

Librada González Fernández agregó:

“Si no está de acuerdo con la lucha contra la discriminación entonces échese a un lado y no estorbe con su lenguaje de odio. Lo que para usted resulta ser tan trivial, para otros es cosa de vida o muerte”.

Deyni Terry Abreu abundó:

“Antonio Rodríguez, pase un momentico por el muro de Alianza Unidad Racial, solo para que se lleve una idea del por qué las personas discriminadas necesitan gritar y que otros gritemos juntos. Usted me deja boquiabierta, solo que mi disgusto por su comentario supera mi asombro. Con qué derecho llega alguien al mundo; alguien que para nacer tuvo que salir por el mismo lugar que otros, para sentir que puede aplaudir las discriminaciones. Sabe usted lo que es sentirse estigmatizado, apartado, sabe qué significa que le anulen sus derechos. Muy desproporcionado su comentario, para mí, sin sentido”.

La intelectual y editora Danae C. Dieguez escribió:

“… ¿qué es sentido común? ¿Alguien explica ese concepto tan, evidentemente, sesgado por este comentario? ¿Por qué no hacemos una campaña -en nombre del sentido común- contra estos comentarios tan discriminatorios?” 

La profesora y poeta Mabel Cuesta:

“El sentido común es el más perdido de los sentidos como demuestra este post. Este post viene a ser el LQQD de que no solo no existe en muchos el sentido común sino el de la empatía, la historia o la tan bonita practica de hacer silencio ante el grito del oprimido. Si no puedes apoyar, hazte un lado. ¿Qué tal esa campaña?”

Enrique Guzmán Karell plasmó su ira:

“Las ideas y las personas conservadoras y reaccionarias son las que más necesidad tienen de recurrir a ese comodín del “sentido común”. También los cobardes. ¿Qué es el sentido común? ¿Quién o quiénes lo imponen? ¿Usted se siente aludido en alguna de las campañas contra la discriminación? ¿No será Usted el que discrimina desde cierta posición de poder y se resiste a ceder? ¿Ya pensó en el disparate que acaba de promover? ¿Qué le pica o molesta de quienes luchan contra cualquier tipo de discriminación? Cuando hable de sentido común recuerde a mayorales, rayadillos y guardias rurales. Su sentido común me resulta nauseabundo. Asco profundo”.

Y Mel Herrera, luchadora por los derechos propios y ajenos resumió:

“El problema es que el sentido común de todos estos seres consiste en tener visa libre para continuar sus racistadas [¿razias?] su violencia machista, sus chistes sin gracia, sus chistes con los cuerpos/vidas/dolores del otro. El sentido común es seguirnos pisoteando, mantenernos callados, relajados. Si es que todos son de manual, con los mismos modos operar. Seguirnos callando y vernos como acomplejados para ellos permitirse seguir sus burlas. ‘Escritor, Profesor de estética y estilo, Economista...’. De nuevo, los títulos una vez más me confirman que no quitan ni lo racista, ni lo sexista, ni lo homo/lesbo/tránsfobo, ni lo machista, y nublan la empatía para acercarse al otro y entender sus problemáticas, entender la raíz de la discriminación que le afecta. Y que incluso hace que algunas personas pierdan el sentido común cuando se trata de la dignidad de otras personas. Son los mismos que mañana se oponen al matrimonio igualitario porque qué van a ser los gays casándose ‘si mira que mal se comportan en la sociedad’, los que critican las luchas de las feministas porque han perdido el sentido común, ‘mira como quiebran monumentos’, los que no entienden el acoso Callejero porque siempre lo han visto bien y luego dicen que las mujeres están histéricas con ese tema. La misma lógica de todos estos sujetos”.

Más la única defensa que ha sacado por don Salvador la cara, imaginemos de ruego o gratitud, se denomina Ernesto Estévez Rams, alguien cuyo apellido suena en redomadas ondas, con la particularidad de que este professor in the University of Havana, no se retrata con su consorte en la Plaza de la Revolución, sino junto a un lagunato neerlandés poblado de barcos, en la misma Europa a la que ha corrido a literaturarse su alegado, alega:

“Efecto avalancha. Alguien leyó, en la ambigüedad del post, una alusión contra la lucha antidiscriminatoria y ya los demás cerraron la lectura solo a esa interpretación. Me asombra además la incapacidad de algunos de contender sin desahogarse irracionalmente. Quienes conocen a Antonio saben que tiene una posición antirracista, pro “lgtbiq”, antidiscriminatoria hacia la mujer. ¿Han pensado que su post puede leerse en clave de defender las campañas antidiscriminatorias eliminando de ellas aquello que las debilita? Esa es también, una lectura válida. Pero leemos en clave de nuestra centralidad, creemos que todos están en nuestro propio contexto, asumiendo nuestras propias claves y montados en nuestras dinámicas. Ponerse en el lugar del otro, es también ponerse en el lugar de quienes, compartiendo nuestra posición antidiscriminatoria, la lee desde otras perspectivas”. (N. del R: he corregido ortográficamente lo anterior, excepto las alegres consonantes del movimiento diverso).
 
¡Ah!, y casi olvidaba aclarar lo que parecería un error del lead: el entrecomillado en el poblado de ¿Tacuaco?, corresponde a la ubicación geográfica que le otorga su multipremiada noveleta “Rolandos”(*).


(¡Oh, Maepatria de fusilamientos y saraos!)

:::

(*) Un promo de ventas de “Rolandos”, esa entelequia, aparece en el muro del autor el día anterior (27-5-2020) a este desprecio masivo suyo, con la ventaja de envío gratis en formato pdf. A quien considere caro el desembolso en divisas -de las duras (así la errática contratapa)-, por la trama que versa sobre cierta "cuadratura del triángulo" ¡heterosexual!, mientras un aspirante a supermacho permite que disléxico editor desubicara a su autoría como nativo de un sitio que no existe.
  
Luego, lerdo entre gratitudes:

“Les recuerdo que esta novela mía está disponible en Amazon. Aproveche el confinamiento. Pero si parece cara y me demuestra verdadero interés, se la paso digital al correo”.
 
Para guinda(rse) (d)el pavo -tras el ataque recibido de adalides de la igualdad, a quienes Rodríguez sin argumentos y soberbio riposta-:

“Les dejo esta entrevista donde muestro como yo he enfrentado el hándicap de pertenecer a un grupo social comúnmente ninguneado”.
 
¡Apaga y vamos! (ha sido poseído por la inmodestia, síndrome depresivo de moda).

Por si acaso a alguien cupieran dudas de las intenciones del diletante, le paso el link donado, de otra página rusa que recién dedicara espacio bélico en status de oxidación a su ríspido bregar, otrora intercontinenta.

Porque en ella evita mencionar años de estudiantazgo militar, llegar a campeón ajedrezado, como-mandante en jefe de la Gran Papelera Cuba, o sus especialísimos 90s de “tareas comerciales en la Unión Soviética". Los duros años donde “ejerció importantes funciones en el primer nivel de dirección de la Unión del Papel en Cuba”. (Dixit ECURED)

Quizá por tanta pulpa del bosque reciclar, salió de entre sus manos obra en vastedad traspapelada. 

Escrito por Pedro Manuel González Reinoso

(Caibarién, Las Villas, 1959) Escritor Independiente. Economista (1977), traductor de lenguas inglesa y francesa (1980-86). Actor y Peluquero empírico. Fundador de ¡El Mejunje!, Santa Clara (1993) donde nació a Roxana Rojo. Trabajos suyos incluyen poesía, artículos, ensayos. Su personaje aparece en varios documentales del patio: "Mascaras" y "Villa Rosa" (Lázaro Jesús González, 2015-16), "Los rusos en Cuba" (Enrique Colina-2009). Fue finalista del Premio Hypermedia de Reportajes en 2015.

 

Relacionados