La Cadena de Tiendas Panamericanas Cimex S.A., cuyos establecimientos continúan vendiendo en CUC y CUP, no en dólares norteamericanos o euros, libras esterlinas, etc., pionera en la batalla por la capitalización del comercio minorista del país, informó la pasada semana a sus selectos trabajadores vanguardias nacionales, sistemáticos y confiables cumplidores de la dañina emulación socialista, “que si necesitaran adquirir algún equipo electrónico para su uso personal u hogareño en un futuro inmediato” redirijan esfuerzos, esperanzas y ahorros contables hacia los homólogos establecimientos renombrados como “las TRD Caribe”.
Esas son las únicas tiendas autorizadas, por el ejército rebelde en la presente circunstancia de carestías crecientes y revisionismos minuciosos, aplicables a inversionistas investidos de afán penetrador, para desembolsarlos copiosamente ante las pocas ofertas de esas mercancías que se destinan a la parte del pueblo que no podrá acceder a la moneda foránea.
La noticia ha sido recibida con muy poco entusiasmo revolucionario, algún desgano manifiesto y mucha decepción incontenida, dada la circunstancia que muchos de esos “compañeros”, empleados “históricos y elegidos por su trascendental apoyo al sistema anticorrupción”, sólo continúan laborando en aquellos puestos clave en pos de la “búsqueda” extra de ingresos, que no son más que el acto premeditado y ruin de beneficiarse con las rebajas cada vez más lejanas de productos en prontas fechas de caducidad, así como “resolver”, a amigos, parientes y/o dadivosos reencontrados, los contactos y pequeños privilegios de llegar a conseguir y trasegar “todo lo que saquen” del almacén. Una muy urdida madeja de interdependencias estructurales que agobia al conocérsele.
Cuando en el pasado agosto fueron listados artículos electrodomésticos “menores” en cuantía real u obsolescencia, para calmar a los críticos que arremetieron contra las aperturas de establecimientos paralelos muy caros, y que resultarían rebajados inmediatamente de precios (porque los “mayores” y más importantes fueron a parar a esas neotiendas por divisas de las de verdad; las que arriba enuncio por fuertes codiciadas), no se había vendido nada en lo absoluto hasta este enero. Un cuatrimestre entero después del mandato al paro divisor, en que una pequeña dosis de televisores, batidoras, planchas, etc. fue ofertada al fin, bajo estricta vigilancia y monitoreo superior, pero a precios alterados, según se aprecia en la foto.
Una batidora a más de 75 cuc (80 USD) parece un insulto soez y estímulo a desatar la pataleta.
La noticia de octubre, de carácter conciliador para entes acérrimos del sistema inoperante, acerca de la disminución de hasta 50 CUC en algunos aparatos de usufructo familiar, se aprecia ahora aplicada solamente a unos televisores híbridos de ignota marca, nula procedencia y dudosa calidad. Porque los demás artefactos de fabricantes ya conocidos, contrario a la disminución anunciada de sus costo-valor-precio que todos esperaban asequibles, inexplicadamente se han elevado.
Una carga de refrigeradores muy pequeños, ideales para habitaciones de hostales o para núcleos que no excedan los tres miembros, y a medio millar de pesos convertibles cada uno, ha arribado de improviso a algunas tiendas de la cadena que antes recibiera la información oficial de que “nada más eléctrico habría disponible para el corriente año de estos renglones por razones netamente financieras”.
Luego, la empleomanía absorta, predispuesta a la penuria, ha delirado de placer viendo llegar estos equipos que apenas unos días antes les fueron declarados “no importables”. Inmediatamente se iniciaron las llamadas a la clientela habitual, avisada bajo amenaza del tipo: “váyanse a conseguirlos con las mulas, a comprarlos afuera de Cuba o a matarse en las colas inútiles de las tiendas otras”.
La cuestión no sería tan seria si no fuera por la carga de ambivalencias, criterios vertidos a priori y los risibles desdecirse que entrañan. Nadie o muy pocos pueden apostar por conocer los oscuros orígenes del mal decisor.
¿Quién confecciona las políticas distributivas en país tan desprovisto?
¿Existe un orden coherente o racional para tales arbitrajes?
Las respuestas, por el momento, podrían encontrase en el descabezamiento que sufre el país y en su falta crónica –y orgánica- de previsión de todo tipo.
La antítesis a la prosoviética planificación centralizada del estado, los principios marxistas-leninistas para la creación de la Empresa Estatal Socialista y otras utopías panfletarias cuyo intento de modificación o reforma “provechosa” le costaran al economista Humberto Pérez el puesto -y casi la cabeza- en 1986 por orden de Fidel Castro bajo su sabia “política de rectificación de errores y tendencias negativas”, parecen aflorar en masas ahora.
Todo contra lo cual “luchó” el régimen aún está en pie. Y parece que estará.