El grito ahogado del Yara

Este 30 de junio La Habana amaneció en estado de sitio. Artistas, activistas, opositores, despertaron con los agentes de la Seguridad del Estado tocándoles las puertas
 

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Como en aquel 10 de octubre de 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes dio inicio al proceso independentista de Cuba, este 30 de junio un grupo de cubanos decidió salir a las calles de forma pacífica, a reclamar justicia por el asesinato de Hansel Hernández, el joven negro abatido por un disparo de la policía del régimen de los Castro el miércoles 24 de junio.

La convocatoria también incluía reclamar el respeto a los derechos humanos, las libertades civiles, la excarcelación de los presos políticos y, sobre todo, el fin de la dictadura comunista que por más de 60 años ha llenado a Cuba de oprobio; pero la dictadura no entiende de derechos humanos, ni de libertades civiles, solo de represión y de odio.

Este 30 de junio La Habana amaneció en estado de sitio. Artistas, activistas, opositores, despertaron con los agentes de la Seguridad del Estado tocándoles las puertas. A otros los secuestraron la noche anterior, o fueron a visitarlos para tratar de intimidarlos y así evitar que se unieran a la protesta, porque esta era una convocatoria nacional, y muchos los cubanos y cubanas que estaban alertas para participar en ella o dar su apoyo, porque la causa es justa y la indignación enorme.

A pesar de que la constitución del régimen reconoce en su artículo 56 los derechos de reunión, manifestación y asociación, en la práctica eso es letra muerta, porque los órganos de represión del estado impiden que los cubanos ejerzan estos derechos.

Por otro lado, la movilización de los efectivos de la policía y la Seguridad del Estado en todo el país, solo responde al miedo que siente la dirigencia de la dictadura y sus esbirros, de que los cubanos creen una masa crítica que ponga fin a tantos años de maldad, represión y miseria, años donde la peor parte siempre la ha llevado el pueblo.

A diferencia de otros países, en esta isla solo hay dos grupos: la militancia del Partido Comunista de Cuba y sus esbirros, de un lado, y el pueblo del otro, y este último lleva años sufriendo los desmanes del primero, desmanes que han creado en las diferentes generaciones un miedo capaz de hacer que los cubanos desistan de alcanzar la libertad.

La diferencia es que ahora hay un grupo notable de jóvenes a los que la dictadura les ha quitado todo, por eso no tienen nada que perder. En eso reside la crisis política-generacional por la que atraviesa Cuba en estos momentos: el régimen se siente perdido, incapaz de cumplir con los acuerdos internacionales y al mismo tiempo mantenerse en el poder, y los jóvenes ya no quieren continuar viviendo bajo tanta ignominia.

Más de 130 fueron los cubanos que en este día sufrieron la represión directa por querer que el asesinato de Hansel no quede impune. A algunos no les permitieron salir de sus casas so pena de ser acusados de desacato o de propagación de epidemias; a otros los detuvieron arbitrariamente y los mantuvieron en paradero desconocido hasta horas bien entradas de la tarde, pero todos pusieron el cuerpo y demostraron que ya Cuba no es la misma, y que la dictadura es como un perro viejo que no aprende trucos nuevos.

Sin lugar a duda lo de este 30 de junio fue otro grito de Yara. Un grito ahogado, como solo puede ser cuando la resistencia pacífica se enfrenta a la tiranía, pero grito al fin, pasará a la historia como el día en que los cubanos que trabajan para que esta isla sea un país con libertad y justicia, comenzaron a ponerse de acuerdo.

Escrito por Abu Duyanah

Escritor y fundador de OnCrítica Ediciones. Periodista en La Voz del Islam en Cuba y en ADN Cuba.

 

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