En una nueva escala de su lucha por los derechos de los desposeídos, el millonario actor norteamericano Danny Glover ha conseguido esta semana su reunión con Miguel Díaz-Canel (aka "el Hombre de la Chaqueta Rosa").
Los periódicos oficiales reseñan brevemente la conversación: "el Presidente Díaz-Canel expresó su preocupación por el impacto negativo que han sufrido los intercambios artísticos entre Cuba y Estados Unidos como resultado del retroceso en las relaciones bilaterales". El actor tendría así la misión de animar a Hollywood y otros pudientes "liberals" de izquierda para que lo imiten, visiten pronto la isla y llenen los hoteles (y bolsillos) de lujo de GAESA.
Lo tiene difícil con las recientes medidas, pero no hay que desanimarse. Glover es un activista de confianza, alguien capaz, por ejemplo, de visitar Venezuela en marzo del año pasado, en plena crisis humanitaria, y recitar una lista de los supuestos logros del socialismo venezolano, para escándalo de las ONGs internacionales.
Si en ese entonces Glover elogió "el compromiso del régimen socialista con la justicia social", afirmando falsamente que Venezuela había mejorado "la educación, la atención médica y otros índices de dignidad humana", sospecho que ahora se dedicará a hacer lobby sobre las bondades del sistema cubano de racionamiento y de Tropicana como paraíso de la igualdad social. Porque el activismo de Glover es selectivo y cromático, depende de qué anfitrión lleva la chaqueta --antes roja y ahora rosada.
Por ejemplo, hace unos días Glover denunciaba en Twitter los bajos salarios de los trabajadores negros en EEUU: "Nadie puede vivir con $2.13 la hora --salarios de pobreza", aseguraba.
Bueno, Danny, hay gente que sí puede. Los trabajadores cubanos, por ejemplo, tanto los negros como los blancos, han conseguido vivir con un salario medio que, tras el reciente aumento, equivale a $30,68 mensuales. Es decir, que en dos jornadas de ocho horas los "pobres" a los que el millonario actor les da voz (aunque no dinero) ganan lo mismo que un obrero cubano tras todo un mes de trabajo. Glover, y algunas otras estrellas de Hollywood, padecen de una severa miopía que se acrecienta en cuanto pisan un territorio socialista. "Turistas del ideal", los llamaba el escritor español Ignacio Vidal-Folch hace unos años. "Tontos útiles" (useful idiots) les dicen en EEUU. "Descarados", sería la traducción aceptada en la jerga local.
El que no parece tener muchos problemas salariales es Danny. Hace más de diez años, Hugo Chávez y el Parlamento venezolano regalaron a Glover poco más de 27 millones de dólares para que hiciera una película sobre Toussaint-Louverture, el héroe de la Revolución haitiana. Según el Wall Street Journal, se suponía que esos petrodólares ayudarían a Glover a cubrir “los guiones, los costos de producción, el vestuario, la iluminación, el transporte, el maquillaje y la creación de toda la plataforma creativa y administrativa”.
¿Qué ha pasado desde entonces?
Seguimos sin demasiadas noticias --y sin película. "Todavía estamos trabajando en eso (la película)", dijo Glover durante una entrevista hace cuatro años. "Estamos en uno de esos períodos en los que la idea sigue viva y aún resuena allí. Solo tenemos que reunir todos los recursos para que esto ocurra ”. En Hollywood todo el mundo se ríe del asunto.
Después de su visita del año pasado para saludar a Maduro (y quizás para pedirle otra "ayudita" para su película) el presidente de Human Rights Foundation, Thor Halvorssen, pidió a la UNICEF quitarle a Glover el título honorario: “UNICEF debe despojarlo inmediatamente de su título honorífico y hacer de su caso un ejemplo para quienes tengan intenciones de servirse del buen nombre de la institución con fines personales y deshonestos” alegó el secretario general de la organización, Garry Kasparov.
“Por más de una década, el régimen venezolano ha invertido activamente fondos y esfuerzos para maquillar su reputación como violador de derechos humanos (…) El insulto mayúsculo hasta el momento ha sido el viaje de Danny Glover a Venezuela con nada más y nada menos que el sello de la oficina más alta de las Naciones Unidas para la niñez. El tenor desafortunado y vergonzoso de sus declaraciones no solo merece el más alto escrutinio, sino que debe ser confrontado en honor a la verdad y a los millones de venezolanos en la miseria”, dijo entonces Halvorssen.
Ninguna de estas críticas ha afectado los planes de la "embajada cultural" de Glover a favor de los "pobres de la tierra". Ciertamente, no está solo en esas arduas tareas tropicales. Lo acompaña, por ejemplo, una delegación de enfermeros del estado de Nueva York que hace apenas unos días visitó la Asamblea Cubana del Poder Popular para intercambiar con funcionarios del PCC, conseguirles donaciones de material médico y asegurarse de paso unas vacaciones pagadas en la isla.
A todos estos adultos se les hace creer un cuento de hadas mejor que cualquier película de Hollywood: el de la potencia médica, los daños del "bloqueo" y la "democracia popular". Cuando regresen, se dedicarán a elogiar entre sus colegas neoyorkinos los logros del socialismo del siglo XXI, la excelente atención sin seguro médico en la isla y la desbordante simpatía del espécimen local.