Un artículo publicado por Diario las Américas recuerda una verdad que el gobierno cubano ha decidido esconder; y es que la emigración cubana actual no solo lo hace por un sentido económico, como muchos quieren hacerlo ver. En el reportaje el reportero Iván García señala:
“Es cierto que la primera oleada migratoria, además de abiertamente anticastrista, era más politizada. No obstante, el resto de quienes se han ido, ya sea por el éxodo del Mariel, la Base de Guantánamo o el goteo imparable que se acrecentó a partir de 2013, cuando la autocracia verde olivo flexibilizó los trámites migratorios, no se pueden encuadrar únicamente como emigrantes económicos”.
Como el propio periodista narra, la emigración desde Cuba no ha tenido un stop en 60 años, y al igual que la protagonista de su historia, expresiones como “este gobierno no me da opciones”, o “no soporto este sistema”, no son ajenas a esos miles de nacidos bajo el sol y el calor de la mayor de las Antillas.
“Es una dictadura. Uno conoce mejor el absurdo que vivimos en Cuba cuando tenemos la experiencia de residir en una sociedad abierta y democrática”, comenta la entrevistada de García ubicada en algún punto del planeta en espera de asilo político.
Sus palabras recuerdan la tan trillada expresión de quienes al menos una vez hemos tenido los que emigramos: “Cuba es una burbuja, el mundo no es como lo pintan, en la isla estaba ciego”, en tanto suman muchas otras frases que dicen los cubanos al salir de las fronteras del archipiélago, y se quitan por fin, la venda de los ojos.
El texto concluye con la aspiración de la entrevistada, la cual coinciden con la gran mayoría de los cubanos que emigran: trabajar, superarse, formar una familia, vivir dignamente y respetar las leyes.
“Quiero seguir estudiando, mejorar mi inglés, ser una persona libre que no tenga que preocuparse por lo que va comer cada día. Y por las noches, antes de acostarme, rezar para que mi madre y mi padre puedan vivir en una Cuba diferente, democrática. Han trabajado toda su vida y no tienen nada”.
