Nueva vía de éxodo: Nicaragua, la grieta en el muro

Luego de que Cuba transitara del aislamiento por la pandemia hasta la nueva “normalidad”, el aumento del número de personas que acuden al Centro de Negocios de Miramar diariamente es notable, sobre todo en la oficina de venta de pasajes para Nicaragua
Nueva vía de éxodo: Nicaragua, la grieta en el muro
 

Reproduce este artículo

El Centro de Negocios Miramar, situado en la Tercera Avenida del municipio Playa, frente a los hoteles Comodoro, Meliá Habana, Tritón y Neptuno, cuenta con cinco pisos de oficinas. En la planta baja, varios establecimientos, que incluyen una sala de navegación de Internet, cafeterías, agencias de venta de pasajes y todo lo concerniente al monopolio de comunicaciones Etecsa, dan servicio a un concurrido público.

Pero en los últimos días, luego de que el país transitara del aislamiento por la pandemia hasta la nueva “normalidad”, el aumento del número de personas que acuden al Centro de Negocios diariamente es notable, sobre todo en la oficina de venta de pasajes para Nicaragua.

En las demás oficinas, comentan que no tienen ese aluvión de clientes. Aracelis, empleada de la aerolínea KLM (Países Bajos), dice que el número de quienes compran pasajes ha bajado mucho. Ahora no hay clientes, y Aracelis aprovecha para pasar el rato conectada a Facebook por datos móviles.

También en Air France sus dos empleadas esperan por clientes. Coinciden con Aracelis y explican que la muchedumbre en la oficina que vende boletos para Nicaragua, se debe a las facilidades para viajar a ese país.

“Por eso es el molote”, dice la empleada de mayor edad. “También porque cerraron las otras oficinas de ventas de pasaje  para Nicaragua y solo dejaron esta. ¡Imagínate!”.

Allí se agolpa la gente. Cada vez que abren la puerta la multitud convulsiona como un solo cuerpo y en ocasiones recuerda la “batalla de Cuatro Caminos”, aunque en este caso es imposible la avalancha y la gente se contiene.

Yuli, una joven que queda fuera del gentío, dice que se aparta por temor a ser aplastada, o cartereada. Confiesa que se quiere ir del país, por donde sea, pero para después llegar a los Estados Unidos.

“Esto no da más y cada vez se va a poner peor, así que voy echando”, dice.

Las posibilidades de esta joven, que reside en el Vedado y es graduada de instructora de arte, son mínimas ante la multitud arrimada a la puerta.

“Son expertos en colas”, dice Yuli. “Yo no puedo con eso. Esperaré sentada en este banco a que me llegue el milagro de Penélope. Mientras tanto, me conectaré a la Wifi, que es la única forma de salir del país, para los que no pueden salir”.

Samuel y Williams son dos jóvenes revendedores de pasajes, habituales en el Centro de Negocios. Acechan a los clientes y le proponen asientos en los vuelos. Pero la cifra de los pasajes son astronómicas, y además la gente no quiere arriesgarse a perder su dinero. Deambulan por los alrededores de la cola, esperando en vano que caiga algo.

Williams dice que está pensando seriamente en comprarse un boleto para él y largarse: “Aquí no tengo futuro. Para vender un pasaje me cuesta Dios y ayuda y a veces no consigo salir ni de uno. Tengo ahorrado un dinerito y creo que no lo voy a pensar más. Lo voy a invertir”.

La lista de países que no exigen visa a los cubanos para ingresar a su territorio, rebasa la veintena, pero quedan muy distante de los Estados Unidos y muy pocos ciudadanos se arriesgan en una empresa que pudiera resultar fallida.

“Por lo menos desde Nicaragua se puede llegar a los Estados Unidos caminando, y con suerte cruzar la frontera”, expresa Samuel, que antes de la pandemia vendía hasta tres pasajes diarios y desde marzo no le compran ninguno. Tiene en la mano un mazo de tarjetas de Internet, que también revende.

“Con esto me da para sacar la cajita de la comida. Pero esto no es vida”, dice Williams.

La agudización de la crisis post pandemia presagia un éxodo masivo, signado por la escasez de alimentos, la intransigencia del gobierno para abrir la economía de mercado y ante la imposibilidad confesa del gobierno de aceptar un dialogo con las fuerzas pro democráticas. Se vislumbra un futuro gris.

Los cubanos, ante la incertidumbre del provenir, optan por marcharse del país y ven en la puerta de la oficina de pasaje de Nicaragua la única grieta posible por estos días.

Vieri, que vino de Párraga con el pasaporte y el dinero para comprar un pasaje, al final de la cola cree que tampoco hoy podrá entrar. A la pregunta de si considera que el régimen de Daniel Ortega resultará mejor que el de Miguel Díaz-Canel se encoge de hombros.

“Los dos son dictadores. Nicaragua es nuestro trampolín para saltar a la yuma [Estados Unidos]. Ya es más difícil quedarse si te vas en balsa, o ganarse el bombo, o salir como refugiado político. Hoy la grieta en el muro es esta: Nicaragua. Vamos a ver cuánto dura”.

 

Relacionados