Próximo al municipio de Cruces, en Cienfuegos, se levanta una comunidad a la que nadie quiere ir y de la que todos quieren salir. La Pedrera es un lugar al que la gente teme por su historia.
Antes de ser un “barrio residencial”, La Pedrera fue un Campamento militar. Allí se hacían prácticas de tiro, se probaban armamentos de la antigua Unión Soviética y muchos jóvenes fueron allí a cumplir el Servicio Militar Obligatorio.
Se compone de una veintena de naves, las cuales han convertido hoy en hogares. Y es que en el lugar obligaron a vivir a personas de muy bajos ingresos, casos sociales y ex reclusos.
Estas naves carecen de sistema hidrosanitario, por lo que es muy común los arreglos chapuceros para poder llevar el agua a las casas: allí se improvisan baños, cocinas y a veces hasta camas.
“Aquí te acuestas hoy con el techo de tu casa puesto y al levantarte en la mañana puedes observar el sol, porque te lo robaron”, cuenta Mirtha a ADN Cuba, habitante del lugar. “En esta zona hay mucho robo, sobre todo entre nosotros mismos, que no respetamos las propiedades de los demás”.
“Mi casa es de las que no tiene baño; tengo un tibor y boto mis heces fecales en el monte, que como ves, abunda bastante por aquí. No he podido hacerle baño porque soy auxiliar de limpieza en el Hospital Provincial y mi salario malamente me da para comprar algo de comida que ni alcanza para el mes”, dijo Sonia.
Muchos de los que allí habitan tienen empleos no deseados por la mayoría de los cubanos, como auxiliares de limpieza, barrendero, chapeadores, campesinos, trabajadores de cochiqueras de cerdos y un largo etcétera.
El 90% de los vecinos del lugar solo tienen hasta noveno grado y algunos apenas el sexto grado de escolaridad.
“Aquí quien único llega y entra sin miedo es la iglesia católica: las monjas, los curas o los catequistas”, cuenta Carmen Lidia. “Han creado toda una iglesita aquí para que aprendamos de Dios”.
“Pero ni la misma iglesia se ha salvado de los robos. Muchas veces las monjitas han llegado y se han encontrado la casita abierta porque le rompieron el candado de la puerta y han barrido con todo lo de dentro. Aquí por robar se han llevado hasta los libritos de los niños”, prosigue Carmen Lidia.
“Las autoridades del gobierno ni entran. Para mí que tienen miedo o en verdad creen que somos una escoria para la sociedad. A veces viene el INDER y hacen juegos para los niños, pero eso es casi nunca”, comenta a su vez Arturo.
La Pedrera, por lo que pude observar es un lugar donde hace falta más que amor para los que allí habitan. Se nota la falta de atención médica.
“Mira compadre, te voy a hablar claro: aquí dicen que tiene que haber un médico, pero en verdad a veces tenemos que ir hasta el Paradero de Camarones a la posta médica de allá o a Cruces, porque el médico no entra”, continúa Arturo.
“Hemos tenido mujeres con problemas a la hora de parir, porque aquí no entra ni la ambulancia y eso yo lo considero una falta de respeto bien grande”.
Los habitantes cuentan en este lugar con una bodega, en la cual se despachan los productos de la canasta básica y, además, una carnicería, donde nunca entra nada y la que, según cuentan algunos pobladores, se convierte en una película del oeste el día que entra masa de croquetas o hamburguesas.
“Nos han quitado todos nuestros sueños”, habla Maidelín, “y en verdad nos duele que nos tengan aislados del mundo. Nos duele que cuando nos preguntan de dónde somos y mencionamos La Pedrera, la gente se aparte de nuestro lado como si tuviéramos sarna”.
“No es secreto para nadie que aquí vivimos como perros y gatos. Que ninguno o casi ninguno tenemos escolaridad ni intelecto, pero eso no quiere decir que seamos mala gente. Solo necesitamos de ese apoyo del que Cuba se enorgullece en los discursos en cualquier parte del mundo. Cuando yo oigo esos discursos me dan ganas de reír, porque nada es verdad, porque aquí padecemos a lo grande”.