“La industria cubana del turismo financia la opresión y la corrupción”, declaró este 17 de agosto el subsecretario de Estado Michael Kozak en la red social Twitter.
El funcionario, crítico constante de los regímenes autoritarios como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, hizo un llamado a los ciudadanos estadounidenses a que piensen sobre esa realidad antes de emprender viajes a la isla.
Claramente, las declaraciones de Kozak son las del gobierno republicano que ahora ocupa la Casa Blanca. El presidente Donald Trump endureció las sanciones dirigidas al turismo cubano como parte de su campaña para presionar al gobierno comunista a realizar reformas y dejar de apoyar al presidente izquierdista de Venezuela, Nicolás Maduro.
Los analistas dicen que Trump también parece tener el foco puesto en las elecciones presidenciales de 2020, ya que en el estado de Florida hay muchos cubanos de origen estadounidense que agradecen la línea más dura sobre La Habana.
Las medidas de la administración Trump están perjudicando a una economía que lucha contra una crisis económica a raíz de un fuerte descenso de la ayuda enviada por Venezuela y una caída en las exportaciones.
El mes pasado, el gobierno cubano revisó bruscamente a la baja su estimación para la llegada de visitantes durante todo el año a 4,3 millones, desde una meta original de más de 5 millones. Eso significará una caída de 8,5% desde los 4,7 millones reportados el año pasado.
Si bien la disminución está afectando al sector turístico estatal, también está golpeando a los numerosos restaurantes, pequeños hoteles y taxistas en el incipiente sector privado cubano que Estados Unidos asegura desea apoyar.
La sostenida disminución revierte un auge en la llegada de turistas y muestra el golpe sufrido por la industria turística en los últimos años después de la distensión diplomática entre La Habana y Washington bajo el mando del expresidente de Estados Unidos Barack Obama, un acercamiento que se ha ido desmoronando desde la llegada a la Casa Blanca de Trump.