Hay un sato amarillo, perro bravo de las calles habaneras, cuya valentía viene dando de qué hablar en estos días de reyes y majestades, pues el chucho se coló en una foto con Felipe y Letizia a pesar de que Zoonosis decretara la extinción de su raza.
Otro similar apareció en una fotografía junto a Carlos, príncipe de Gales y su esposa Camilla, la duquesa de Cornwall; aunque seguro no es el mismo, el humor popular ya los unió en un solo mito. “El opositor incapturable”, lo han llamado.
Parece no tener otra misión que menear la cola sin ton ni son e irradiar complacencia. Pocos lo notaron, pero durante el recorrido de Carlos y Camila el can llevaba al cuello un cartel: “Liberen a Elián”. ¿Cuál Elián será ese? El nuestro ya es un joven del que casi nadie se acuerda. La malicia popular tiene la respuesta: es su cría, encarcelada por los esbirros caninos de Zoonosis.
Ahora, Firulais ha husmeado en la volátil falda de Letizia, bajo la mirada desconfiada de Felipe, pues no consiguió traspasar la carpa blindada y olorosa de Lis Cuesta.
La reincidencia del perrito en tantas fotos reales ha bastado para que lo vuelvan famoso los internautas bromistas. Han conseguido que lo nombren algo así como la encarnación de “Nuestra Perra Vida Cubana”, referencia a los males por los que todos pasamos, y de seguro él también.
Pero tal vez ni tanto. Se dice que Firulais es un arrabalero, un pillo de La Habana Vieja, que sólo se rodea de turistas y gente con dinero, para que le suelten de vez en cuando un pedazo de carne, de carne verdadera, no los cueros rancios de nuestros basureros.
Algunos creen que pertenece a la patrulla antidrogas del MININT. “Es perro espía”, se ha dicho por ahí. “Nada le va a pasar cuando se vaya esa gente. Ya tiene el visto bueno de la Seguridad”, comentaron otros, malintencionadamente.
Lo que sí se puede constatar es su omnisciencia, el derroche retador de un ser tan soberano que exhibe sin recato el don de la ubicuidad y su natural naturaleza. Cual si fuera un gato orondo y no un animal rastrero. Porque en eso han querido convertirle. Pero no lo han conseguido.
Si te genera curiosidad el origen del nombre Firulais, sigue leyendo y conoce la historia de este curioso sobrenombre.
¿De dónde proviene el nombre Firulais y por qué es tan famoso?
Probablemente en algún momento de tu vida te topaste con un perro con ese nombre. La palabra firulais (y no es el perro de Rugrats) hace alusión a cualquier perro solitario y callejero. Por generaciones el sobrenombre "Firulais" se ha usado en Mexico para referirse a los perros callejeros sin dueño. En otros casos para hablar de hombres muy pobres sin hogar. El origen del uso nos lleva a la historia de un hombre de Guadalaja, Federico Ochao, que pasó de millonario a mendigo. Es la historia de un pobre payaso, apodado precisamente firulais, y un perro.