Charly Poi (Carlos M. Hernández) es una figura iconográfica de la farándula alternativa habanera, su danza con fuegos ha sido un ingrediente indispensable de las mejores fiestas de la capital. Como artista independiente su carrera va sumando 17 años y a dejado huellas hasta en la cinematografía cubana.
Nunca se ha vinculado como Poidancer a ninguna Empresa de representación artística. Por su experiencia como productor de eventos musicales, trabajo que desempeñó durante años, sabe que rara vez los artistas tienen una relación diáfana con dichas entidades. Tan defectuoso es ese mecanismo que en el recién concluido IX Congreso de la UNEAC fue señalado hasta por el presidente del país. Pocos, son los artistas que se sienten debidamente representados por sus Empresas o Agencias Correspondientes, por lo general poco ofrecen y mucho descuentan a cambio de la supuesta seguridad y comercialización que ofrecen al creador.
Carlos es uno de tantos artistas que prefieren quedarse al margen de esa maquiavélica maquinaria, pero ser freelance en Cuba es una posición muy vulnerable. Puedes desarrollarte en la rama artística que prefieras, aprender, especializarte, pero no puedes prescindir de una "autorización" si ansías vivir de ello. El decreto 349, que debió entrar en vigor en diciembre pasado, pero que aún no se implementa por la ola de protestas que desató tanto en el ámbito institucional como independiente, cataloga como contravención “prestar servicios artísticos sin estar autorizado para ejercer labores artísticas en un cargo u ocupación artística”.
Charly Poi practica una danza maorí que ha devenido Arte Urbano a escala mundial. Su contenido y forma es hermoso, su dominio como ejecutante probado. Sin embargo no existe la vía, fuera de las instituciones a las que no desea pertenecer, que le permita lucrar con su trabajo legalmente. Dentro de las licencias de cuentapropistas que están "autorizadas" ninguna lo representa, quedando en tierra de nadie como otros tantos creadores que no están respaldados por el título de una escuela de formación artística ni han logrado acceder a las intrincadas comisiones de admisión a empresas y registros.
Las pretensiones de controlar las actitudes ciudadanas más que los asuntos monetarios en Cuba, han creado un sistema inoperante del que se aprovechan los que tienen el poder de "autorizar". Carlos, a pesar de ello sueña con quedarse en su país, ser respetado como artista independiente y contribuir socialmente con lo que ama hacer. Charly Poi prende una chispa, olvida todos los decretos y dibuja una mariposa de fuego en el aire.
“Yo soy artista freelance independiente. Nunca he querido estar dentro de las instituciones pues la experiencia que tengo de muchas amistades que han guardado relación con las empresas de representaciones artísticas en Cuba es que es una trampa y un trato muy abusivo. Hay un organizador de fiestas y cumpleaños y yo puedo entrar ahí, pero sería como empleado de otra persona. Yo quiero tener mi propio negocio y ser emprendedor“ deja saber añadiendo que “Llevo una experiencia de 17 años y quiero tener mi propia compañía. Durante ese tiempo he trabajado en muchos video clip con artistas cubanos. Ser freelance para mí ha significado tener una independencia como creador y como artista, pero también al no estar dentro de las instituciones me limita mucho porque hay muchas empresas que necesitan una orden de trabajo para poder colaborar con ellas. No tengo la cantidad de trabajo que debería tener además de la situación legal. Recientemente el decreto ley 349 que ha salido y ha sido muy polémico, lo que pretende es que todo el mundo entre por el aro, es decir que el artista independiente se va a ver más vulnerable“ comenta en entrevista con ADN Cuba.