Avianca, la aerolínea bandera de Colombia, está al borde de la quiebra. En Bogotá el gobierno debate qué hacer, aunque los informes de la prensa casi dan por hecho que la administración de Iván Duque soltará miles de millones para mantener vivo ese símbolo del país ante el mundo.
El lunes Avianca se acogió al Capítulo 11 del Código de Bancarrota de Estados Unidos, figura que busca defender a los acreedores en ese país y le da incentivos a las empresas con contratos allí para no tener que cerrar operaciones.
Este lunes el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, sugirió que la decisión ya de alguna manera está tomada y que las autoridades evalúan la mejor opción, pues la empresa cerró el mes de abril con pérdidas de casi 900 millones de dólares.
“Estamos en este momento observando. La manera de meter la plata es garantizar que esa plata, que al final del día es de los contribuyentes, se use con el fin de proteger nuestra comunicación aérea”, afirmó el ministro.
Con acogerse al famoso capítulo 11 Avianca espera reanudar sus vuelos cuando termine la pandemia. La bancarrota le permite mantener el control de sus operaciones y ganar cerca de un año para renegociar una deuda total estimada en 7000 mil millones de dólares.
La idea del rescate generó fuerte polémica en un país que intenta sobrellevar la pandemia entre pobreza, desigualdad e informalidad laboral. Algunos acusan a Duque de nepotismo (Maria Paula, su hermana, es vicepresidenta de Avianca).
Los defensores argumentan que el impacto social y económico de la desaparición de Avianca, que consideran un "activo estratégico" para el país, sería catastrófico.
Los detractores lo ven como un premio a una compañía que ya no es colombiana -y cada tanto protagoniza escándalos de maltrato al cliente- por parte de un gobierno de tecnócratas que, dicen, “gobierna para los empresarios”.
Avianca emplea a 21 mil personas, de las cuales 14 mil están en Colombia. Es la segunda aerolínea más grande de la región después de la chilena Latam; tiene 176 aviones, viaja a 150 destinos y hasta ahora ofrecía cinco mil 100 vuelos semanales.
No es la primera vez que la aerolínea se declara en bancarrota ante la justicia estadounidense, aunque esta sea, según el CEO de Avianca, Anko van der Werffa, "la crisis más desafiante en nuestra historia".
La última emergencia de esta magnitud fue en 2003, cuando el proceso de renegociación resultó en la compra de la mayoría de las acciones por parte del empresario Germán Efromovich, quien aún hoy posee la mayoría, pero perdió el control de la junta.
El boliviano nacionalizado colombiano quiso convertir Avianca en una "aerolínea latinoamericana", invirtió en Bogotá y San Salvador como principales centros de conexión, desarrolló aerolíneas satélite en Perú, Argentina y Brasil y se alió con la gigante estadounidense United Airlines.
Pero hacia 2017, con la desaceleración de la economía latinoamericana, reflotaron los problemas: las operaciones en Brasil resultaron un fracaso y la empresa tuvo que acogerse a una ley de quiebras; la crisis en Argentina contrajo la demanda por vuelos internos de bajo precio; y un viejo y profundo conflicto con el sindicato aeronáutico en Colombia significó retrasos, protestas y el despido de decenas de pilotos en 2018.
“Antes de los años 80 el mercado global estaba compartimentalizado y no había política de cielos abiertos”, dijo el economista colombiano Salomón Kalmanovitz en un artículo publicado en el diario El Espectador.
"Pero eso cambió en los 90, se abrió una competencia plena, bajaron los precios y Avianca nunca pudo adaptarse a ese nuevo escenario".
Entre 2003 y 2015 tuvieron buen desempeño y eso le dio alas para expandirse, pero la crisis la castiga muy duro porque se creyó el cuento de que la bonanza de esa época, generada por el auge de las materias primas, los bajos impuestos y la apertura total, era para siempre.
Fundada en 1919 por empresarios alemanes, la compañía pasó a llamarse Avianca en 1940, cuando el gobierno la nacionalizó por sospechas de que sus dueños eran simpatizantes del fascismo alemán. Entonces el principal accionista era la gigante americana Pan Am Airlines.
Con el tiempo la participación accionaria fue cambiando, pasó por el portafolio de los principales millonarios de Colombia y, en 1975, quedó en manos de la empresa más poderosa del país en ese entonces: el Grupo Santo Domingo, dueños de cervecerías, canales de televisión y servicios aduaneros, entre otras cosas.
Actualmente es parte del Avianca Holding, un grupo en donde tiene acciones mayoritarias junto a la antigua aerolínea salvadoreña TACA. El holding pertenece al Synergy Group de Efromovich.