Niño cubano y preso político envía carta a Farruko: “cuenta mi verdad”

Jonathan Torres Farrat, niño preso en Cuba por manifestarse el 11 de julio de 2021, pidió apoyo al cantante Farruko. Espera que su “artista favorito” cuente al mundo su verdad
 

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El menor Jonathan Torres Farrat, preso en Cuba por manifestarse el 11 de julio de 2021, pidió apoyo al cantante Farruko en una carta publicada este viernes. Espera que su “artista favorito” cuente al mundo la verdad de su caso.

En la carta, Torres Farrat, de 17 años y encarcelado sin juicio desde mediados de agosto pasado, relató a Farruko los malos tratos y torturas recibidas en varios centros de detención y durante interrogatorios del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI), del Ministerio del Interior cubano.

Bárbara Farrat Guillén, madre de Jonathan, se convirtió en activista de derechos humanos para exigir la libertad de su hijo. Desde entonces, la Seguridad del Estado y otras fuerzas represivas la acosan, amenazan y detienen.

“Te escribo esta carta porque eres mi artista favorito, Farruko, contándote todo lo que he vivido solo por reclamar libertad. Quisiera que me apoyaras y que le contaras mi verdad al mundo. Te respeto y admiro mucho, quiero que seas mi padrino”, concluyó Jonathan en su misiva, publicada este viernes por el medio independiente CubaNet.

Farruko ha expresado su cariño y admiración por el pueblo cubano. El 22 de julio el artista boricua envió, durante su aparición en los Premios Juventud, un mensaje opositor al presidente del régimen comunista.

Díaz-Canel, singao”, decía un pulóver que lució el puertorriqueño mientras cantaba sobre el escenario de ese evento musical. El mensaje de Farruko fue una muestra de apoyo al estallido social anticastrista del 11 y 12 de julio de 2021 en más de 60 localidades de Cuba, reprimidas por orden directa del gobernante.

Farruko dedicó su triunfo a los cubanos: “Yo llevo a Cuba en el corazón porque la mayoría de mi equipo de trabajo y amigos personales son cubanos”.

 

ADN Cuba reproduce íntegra la carta publicada originalmente por CubaNet

Para Farruko:

El 13 de agosto me levanté temprano, cogí el teléfono y salí a trabajar. Cuando viré estaba una patrulla casi en la puerta de la casa y no pensé que era para mí, pero cuando subí las escaleras de mi casa estaban dos hombres parados. Me preguntaron si yo era Jonathan. Yo respondí que sí y me enseñaron unos carnets del DTI. Yo lo único que le dije a ellos fue que si podía subir a mi cuarto a ponerme los zapatos porque yo andaba en chancletas. Subí, me puse los zapatos, entré y mi mamá empezó a llorar.

Ella le preguntó a esa gente que si eso era rápido y dijeron que sí. Me despedí de mi abuela, de mi mujer, que en ese tiempo estaba embarazada, y le di la bendición a mi mamá. Baje las escaleras y me montaron en la patrulla y me llevaron al DTI de Acosta. Me enseñaron unos vídeos. Yo decía que ese no era yo y ellos insultados. Yo estaba sin esposas y me pusieron las esposas y me las apretaron durísimo. Yo estaba sentado y decía que ese no era yo y me empujaron cuando estaba sentado, me esposaron y me colgaron en la reja en puntillas de pie. Cada vez que me movía y le daba a la reja las esposas se apretaban cada vez más. Me montaron en la patrulla y me llevaron para la estación de policía de Aguilera. Vi a mi mamá y ella empezó a llorar le di un besito y me subieron. Después de un rato me bajaron para la celda, entregué todo lo que tenía arriba y me metieron en la celda. Después de estar un día allí todos los que estaban en la celda se fueron y me quedé solo.

Esa noche me pasaron para otra celda y llegó un amigo mío que es como si fuera mi hermano y estuve en la celda con él. Venía por lo mismo que yo. Ese día por la noche empezamos a llamar al guardia y no venían; gritábamos y no venían; hasta que vinieron y se hicieron los bravos, se molestaron porque los habíamos llamado. Ese día parece que no había agua. No nos bañamos. Al otro día empecé a llamar al guardia para haber si podía habla con mi mamá para que supiera de mí, para que no se preocupara. No pude llamarla. Empecé a dar bateo y me sacaron de esa celda a mí y a él y nos pusieron en otra. Ese día no me dieron el colchón para dormir.

Por la mañana tenía dolor hasta en los dientes de no lavarme la boca y dolor en el cuerpo de dormir en el cemento pelado. Después, al otro día, o creo que ese día, me llevaron para el técnico de Acosta. El primer día de Acosta estuve bien, nada más que el día que se para un guardia delante de mí y me dijo, así mismo: “¿Tú quiere ver cómo te doy un galletazo [golpe]?”. Yo le dije que sí, yo pensé que era jugando, y entró. Yo nunca le había dado confianza para jugar. Abrió la reja, se quitó la camisa y me dio un galletazo por gusto. Cogió, salió y al rato me sacaron para hablar conmigo porque se enteraron que yo era de los tirapiedras, como dicen ellos. Eso era para que yo no le dijera a mi mamá. Allí daban el teléfono cada vez que les daba la gana a ellos. Hasta que me trajeron para la Cárcel de Jóvenes de Occidente.

Aquí en “el Manto” me empezaron a dar unos dolores en el oído con el tiempo. Un día por la noche me empezó a salir humor por el oído y empezaron a llamar al guardia. Tuvimos que empezar a formar gritería y cuando vinieron me dijeron que para que me iban a bajar al botiquín si no había medicamentos. Se fueron, me seguían dando los dolores y los volvieron a llamar. Vinieron al rato, me bajaron el botiquín y no había nada. Subí y al otro día el reeducador me consiguió unas goticas. Él mismo me dijo que no había en la prisión, pero no había médico tampoco.

El agua de aquí no sé lo que tiene, pero a la gente le daba vómito con sangre y diarrea. Gracias a Dios que a mí no me dio nada de eso. La gente se desmayaba y no bajaban el botiquín porque no había nada.

Con el tiempo me subieron para la compañía 5. Allí en mi cubículo un día se fajaron y sacaron a todo el mundo. Dijeron que nos encueráramos y yo no quise. Me mataron a galletas [golpes] y a patadas por el piso. Yo no quise decirle nada a mi mamá para que no se preocupara, hasta que en la visita me vio los arañazos en el cuello. Ellos se enteraron de cómo era mi mamá y, como soy yo, no ha pasado más nada.

Te escribo esta carta porque eres mi artista favorito Farruko, contándote todo lo que he vivido solo por reclamar libertad. Quisiera que me apoyaras y que le contaras mi verdad al mundo. Te respeto y admiro mucho, quiero que seas mi padrino.

 

Jonathan Torres Farrat

 

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