Miguel Díaz-Canel recibió en la isla a la vicepresidenta de del régimen venezolano, Delcy Rodríguez, con quien habló sobre la recién celebrada Asamblea General de la ONU.
La reunión tuvo lugar el martes por la tarde en la capital cubana, previsiblemente en una escala de la dirigente chavista a su regreso del foro multilateral en Nueva York, donde Rodríguez encabezó la delegación oficial venezolana a la cita de alto nivel en ausencia del gobernante de su país, Nicolás Maduro.
"Durante el fraternal encuentro, se intercambió sobre la marcha de los compromisos bilaterales en materia de cooperación entre Cuba y Venezuela, así como sobre la reciente celebración del 74 periodo ordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU y otros temas de interés", señala una escueta nota en la portada del diario oficial Granma.
Venezuela es desde hace casi dos décadas el principal aliado político y económico de Cuba, que recibe de Caracas petróleo a precios subsidiados a cambio del envío de profesionales de la isla, fundamentalmente médicos y maestros.
Por ello, los efectos de la prolongada crisis venezolana se sienten con fuerza en Cuba, que atraviesa una crisis de combustible que ha obligado a racionar los suministros en el sector estatal y a implantar medidas de ahorro como la ralentización de industrias y disminución del transporte urbano e interurbano.
La Habana culpa de la situación a EE.UU., por las presiones y multas de ese país a navieras y aseguradoras para impedir que llegue petróleo a la isla, que se suman a un cúmulo de sanciones impuestas en los últimos dos años para endurecer el embargo comercial.
A su vez, Washington ha justificado esas medidas y la reversión del "deshielo" diplomático iniciado por la anterior Administración de Barack Obama en que Cuba es responsable de la crítica situación en Venezuela y de sostener en el poder al chavismo, algo que niega rotundamente el Gobierno de Díaz-Canel.
Durante la Asamblea de la ONU -a la que tampoco asistió el líder cubano- el presidente de EE.UU., Donald Trump, y los de países latinoamericanos como Colombia, Ecuador y Chile arremetieron contra los gobiernos de Venezuela y Cuba, a los que acusaron de poner en riesgo la seguridad de la región.
En los márgenes de la cita en Nueva York también se celebraron varias reuniones multilaterales para tratar la crisis venezolana y aumentar la presión sobre el Ejecutivo de Maduro con vistas a un salida negociada con la oposición que conduzca a la celebración de nuevas elecciones en el país petrolero.
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