Más allá de la polémica surgida por la no inclusión del filme de horror sicológico Eres tú, papá? en el Festival de Cine de La Habana, está el producto artístico en sí. El cine es lo principal para su joven director, Rudy Riverón, que nos entrega un filme de innegable valía estética, una manera de narrar desde la contención, con un tono diferente a lo conocido en el cine cubano contemporáneo.
La historia resulta inquietante de principio a fin; recrea un micro cosmos familiar disfuncional, violento, que en alguna medida podría ser el detonante de otro conflicto no narrado, ese que involucra a un macro cosmos donde todos somos de alguna manera partícipes de esa violencia y de la sumisión a ella.
El filme narra la historia de una familia en el campo cubano, madre e hija, que vive una existencia sofocante junto a un padre dominador. La repentina ausencia de este debería representar una oportunidad para ellas, pero la nefasta influencia que ha ejercido en la menor traerá consecuencias irreversibles.
Este es un cine de atmósfera, signado por la contención y por el minimalismo en casi toda la historia. Los personajes casi no se hablan entre sí; es la mirada el signo que recorre a la trama, que nos va llevando de la mano de una situación dramática a otra.
Los escasos parlamentos se sustituyen por miradas cómplices, que se escurren tras las paredes de la choza que habitan para espiarse unos a otros. Esa sensación de incomodidad y de ruido no nos abandonará, porque forma parte del día a día de una mujer abusada, de un marido violento, dominador, y de una hija que se convierte en una sombra del padre, que le consiente el abuso y que de alguna manera termina reproduciendo los patrones de este hombre monstruo.
Todo está invertido en Eres tú papá?, todo es feo, deforme; todo es de un mismo color. El diseño de vestuario es un signo que connota esa falta de vida, la uniformidad y la ausencia de belleza. Las ropas, sobre todo del padre y su hija, llevan la marca de las iniciales del nombre, como los animales marcados de un rebaño.
Los objetos también están en función de ese lenguaje: el cuchillo en las manos de la mujer que corta con rabia la carne, la olla de presión, el cartel que señala el comienzo de la finca con un nombre más que sugerente: finca la rosa, así como cada objeto que en esencia connota esa distopía, lo que nos anuncia la inevitable tragedia que recorre la historia.
La fealdad como valor estético
El sonido tiene una importancia vital en la película, constituye un elemento dramático que anuncia el apocalipsis que sobrevendrá. El ruido que no abandona la trama resulta molesto, ese ruido es un elemento significante que traduce las relaciones de poder en la familia de la historia, sobre todo unas relaciones marcadas por la violencia, el abuso y la falta de libertad de cada uno de los integrantes de dicha familia.
Otro elemento significativo son las actuaciones. Lynn Cruz, Osvaldo Doimeadiós, Gabriela Ramos, Jorge Enrique Caballero y la actuación especial de Eslinda Núñez incorporan personajes dañados, símbolos que connotan ese malestar mayor de que algo no está bien, de que a nivel macro algo no funciona, de que esa violencia implícita y explícita en la trama se traduce en un mal mayor. Ellos son solamente eslabones en esa cadena social deshumanizada.
La dirección de arte de Onelio Larralde traduce todo ese universo alienante de la trama en escenas de fealdad intencionada. La fotografía de Raúl Pérez Ureta es otro de los elementos aportadores del filme: la atmósfera y los claroscuros funcionan aquí como una proyección de los conflictos de los personajes, de sus mundos retorcidos y pobres, carentes de vida propia, de alguna identidad que los defina como seres humanos.
No somos los mismos después de ver Eres tú, papá?. Y es que la pérdida de la razón cobra una fuerza inimaginable en la historia de esta familia, donde esa falta de expresión, de voz, se nos insinúa siniestra desde la primera escena del filme, porque la familia está rota, ya todo está dicho en ese primer plano, ya sólo quedará cumplir el destino de esas vidas signadas por la tragedia, por el desamor, por la violencia, por la pérdida de la felicidad, y por la gris existencia de rebaño.
Con esta película, Rudy Riverón ha dejado su huella en el cine cubano. Cine de tesis, donde el lenguaje cinematográfico es aportador desde el concepto y la forma, todo imbricado para devolvernos hacia un inevitable cuestionamiento que nos engrandece.