El monopolio cubano de las telecomunicaciones, ETECSA, vende paquetes de nauta Hogar e internet ADSL cuya tarifa mensual puede costar hasta 24 000 pesos, es decir, unos 1000 dólares.
Estos servicios están disponibles sólo para las personas que tengan licencia de “Programadores de equipos de cómputo”, según dice la empresa en su página, para fortalecer “la industria cubana de aplicaciones y los servicios informáticos”.
En la contratación del servicio nauta Hogar, en su modalidad POSPAGO (factura), el trabajador por cuenta propia puede elegir entre 240 y 480 horas, siempre que existan disponibilidades técnicas.
Para las 240, el pago mensual es de 2000 pesos; para las 480, 3500. La cuota de habilitación cuesta 250 pesos, y la tarifa por horas adicionales es de 12.5 pesos la hora.
Si no posee una cuenta nauta para asociar al servicio, se le habilita una de forma gratuita y podrá recargarla por cualquier vía de las establecidas actualmente (recarga internacional, cupones de recarga, recarga directa en las unidades comerciales) siempre y cuando desee acceder al servicio y ya haya consumido el tiempo contratado.
El pago del servicio podrá realizarlo directamente desde el portal de usuario o por cualquier otra vía habilitada al efecto (Transfermóvil, agentes de telecomunicaciones, bancos, correos o unidades comerciales de ETECSA).
Mientras que, en la modalidad ADSL, la oferta incluye la instalación y el servicio de datos contratado mediante el uso de enlaces digitales que interconectan permanentemente la red de cómputo a otras redes, conforme a las especificaciones de calidad que se definan.
El trabajador por cuenta propia podrá contratar la velocidad que requiera para su negocio con una tarifa plana y con la opción de habilitar un correo internacional (No se comercializarán buzones adicionales).
Las tarifas en esta modalidad van, de 1250 pesos, para un ancho de banda de 512 Kbps de bajada y 128 de subida, hasta 24 125 pesos para un ancho de 6144/1024.
Los cubanos exigen precios justos y una tarifa plana en los servicios de la compañía, más acordes con los simbólicos salarios que devengan y la calidad de lo que se le ofrece. En ello no hay nada de contrarrevolución y sí mucho de razón, aunque los adalides de siempre, esos que no pagan seguramente por sus megas, no lo quieran ver así.