Las carreras de carros en Cuba han sido la atracción de muchos jóvenes y adultos desde hace varios años. No por gusto la octava parte de la afamada película Fast and Furious comienza en La Habana, cuna del mayor museo rodante del mundo.
Las carreras de autos, sin embargo, son ilegales en Cuba. La única opción para que la policía no detenga un espectáculo de autos y motos es si lo organiza el Club Amigos del Motor.
El Club busca agrupar a todos los apasionados del automovilismo y motorismo en Cuba, y a partir de ahí desarrollar actividades de habilidades, siempre competitivas, insertando juegos de participación, pero todas bajo una regla de oro: la seguridad vial.
“Hacemos actividades de acrobacia, velocidad en tramos cortos con carros y motos, con el principal objetivo de ir fomentando la cultura del automovilismo como un deporte en toda la población cubana”— dijo Hendy Cobas, presidente del Club Amigos del Motor, en exclusiva con ADN CUBA.
Para entrar al Club solo hay que ser apasionado del deporte sobre ruedas. No hace falta tener un carro o una moto.
“Los carros y las motos que tienen características particulares son los que van a desarrollar los ejercicios, ya sea de velocidad, de habilidad y destreza o acrobacia. Son carros que deben tener un perfecto estado técnico, nos referimos al sistema de frenos, de dirección, de mecánica, que no bote ningún lubricante, que tenga cinturón, casco de protección en el caso de las motos y los pilotos de las motos. Los choferes también son sometidos a un chequeo médico”— cuenta el presidente.
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Hendy Cobas explicó que hay conductores de autos estatales que participan en sus actividades, pero aclara que ellos no inscriben autos estatales, sino a los choferes; a esos autos estatales se le pone una calcomanía para identificar que su chofer pertenece al grupo Amigos del Motor, y que si se rompe en la vía cualquier miembro debe auxiliarlo, como indican los estatutos del club.
Actualmente las exhibiciones son los viernes en las noches, en el complejo recreativo de La Vereda, Ave. 51 y 222, La Lisa. Además del espectáculo con autos y motos, esta iniciativa ofrece la oportunidad a jóvenes músicos de presentarse ante el público cada semana.
Los ganadores de la noche son premiados, en el caso de los carros, con 10 litros de combustible, y las motos con 5 litros.
“Algunos domingos hacemos actividades con características más deportivas. Generalmente lo hacemos en el Rodeo del Parque Lenin, pero también alternamos en la Marina Hemingway, en el aeroclub de San Nicolás de Varis, en 7ma y 70”, añade Cobas.
Las actividades son financiadas por los propios miembros del club. Los choferes preparan sus autos, los reparan, modifican y diseñan con sus propios recursos. Y ellos mismos se encargan de hacer cumplir las normas para la seguridad vial, y evitar a toda costa los accidentes.
“El índice de accidentabilidad es muy bajo, nunca hemos tenido un accidente grave que haya traído dificultades o lesiones considerables para los choferes o para alguna otra persona”, asegura.
“Nos aseguramos que la pista tenga las mejores condiciones para correr.Se hace una inspección minuciosa para que no hayan piedras, se miden las distancias en el caso de la velocidad, se ponen gomas en las zonas de carrera para evitar males mayores, se señaliza el área con bolos fosforescentes y se usa el código internacional de las banderas para dar las señales.
“Sentimos mucha satisfacción por pertenecer a este grupo que más que un grupo es una familia. (…) Siempre hacemos un show novedoso que la gente disfruta. El estado de opinión de los que viene por primera vez es muy bueno, se acercan y nos felicitan”.
Sin embargo, este tipo de actividades no se promueven desde el Estado, como tanto reclama Amigos del Motor.
“A nosotros nos encantaría relacionarnos más con el Estado, es una asignatura pendiente, un sueño. Aspiramos a poder tener un autódromo, estamos seguros que lo vamos a tener en algún momento”— comenta Hendy.
Los apasionados del deporte sobre ruedas no pueden saciar sus deseos de correr a plenitud porque las carreras de velocidad son muy cortas, solo se corren 84 metros de distancia. Por esa razón algunos pilotos se quedan con ansiedad, con energía acumulada, y deciden irse a las carreras ilegales, que a falta de organización responsable pueden terminar en accidentes mortales.
“Es una frustración para nosotros –dice Hendy— porque hay jóvenes que han perdido la vida en estas carreras ilegales, queremos hacer un llamado para todos estos jóvenes que tengan paciencia, que un día vamos a tener un circuito para nuestros carros”.