"El soplo del demonio", la violencia tiene muchas caras

Sin alardes de gran literatura, con el estilo periodístico y su economía de medios como principio, Yoe cuenta historias y describe ambientes, dialoga con los personajes de su libro, interviene a veces en los hechos
"El soplo del demonio", la violencia tiene muchas caras
 

Reproduce este artículo

La violencia tiene muchas caras, disimula en las buenas intenciones o de forma cruel. En Cuba la violencia pareció terminar en 1959, con la llegada del gobierno revolucionario de Fidel Castro al poder, cuando se recogieron todas las armas y los mecanismos de control y represión del estado surtieron efecto.

Yoe Suárez, periodista cubano residente en la capital, publicó recientemente el libro El soplo del demonio, un acercamiento a la violencia y al pandillerismo en La Habana, en octubre de 2018.

En la sinopsis de este libro reza: "El soplo del demonio es un libro maravilloso no solo porque cuenta la vida tempestuosa, acelerada, de jóvenes cubanos en busca de respeto e identidad, sino porque abre puertas y ventanas a una Habana secreta. Ya no la gloriosa ciudad revolucionaria y orgullosa reproducida hasta la saciedad por el oficialismo, sino La Habana sucia, peligrosa, pistola en mano, drogas, SIDA".

El libro cuenta con 21 capítulos y un epílogo. Los tres personajes de la trama: Raidel, Andrés y Julio aparecen y desparecen en los capítulos superponiéndose y desbordándose en sí mismso, cuarteados por tres capítulos que equilibran la lectura del libro, titulados: Habana, que muestran la violencia desde el punto de vista científico, con estadísticas de estudios sobre el tema, subrayados señalando bibliografía consultada que aparece al pie de página.

La primera Habana es la más interesante, porque es la base del libro. El pandillerismo y la violencia de estado producto a las pugnas políticas a finales de los años cuarenta y cincuenta. Un nivel de violencia tal que La Habana llegó a ser bautizada como la capital  de los atentados.

Luego las acciones revolucionarias pusieron su cuota de violencia y la lucha en las montañas fue el colofón. Con el triunfo revolucionario se recogieron casi todas las armas. Aparecían por ahí pistolas y revólveres, y armas de fabricación casera, y armas blancas, cintos con candados.

Raidel, Andrés y Julio son valores frustrados de los barrios marginales de La Habana y mientras transcurren sus vidas en la narración, se va viendo el basamento del pandillerismo entre grupos de frikis, de emos, de repas, los Pintas frescas, los Cordovi…grupos de jóvenes entrampados en caminos sin salidas que se unían para identificarse a costumbres o códigos de grupo.  

Yoe Suárez mediante estadísticas y citas de investigaciones de grupos de autores, desbroza el desarraigo del individuo en los años noventa, con la llegada del periodo especial a Cuba, un vendaval de eventos para Raidel, Andrés y Julio como el virus del SIDA, las drogas, los homicidios, la prisión, la conversión en Cristo, la recaída, de nuevo el alcohol con barbitúricos, de nuevo la prisión, y otra vez la reconversión en Cristo, como un ciclo.

Sin alardes de gran literatura, con el estilo periodístico y su economía de medios como principio, Yoe cuenta historias y describe ambientes, dialoga con los personajes de su libro, interviene a veces en los hechos.

Autor de los libros de no ficción La otra isla, (finalista Beca Michael Jacobs 2016), y Charles en el mosaico, (Mención Premio Casas de las Américas), Suárez coordinó la primera antología de periodismo narrativo cubano, Espectros, (2017). También es ganador del concurso de reportaje Hypermedia. 

Lo conocí en la terminal 3 del aeropuerto José Martí, en octubre de 2018, cuando coincidimos en un viaje a Madrid para un encuentro de periodistas. Tenía mucho interés en conocer al reportero  que se había llevado el primer premio de reportaje Hypermedia,  en el que obtuve el segundo lugar, y luego de conocerlo estuve satisfecho con el veredicto. 

Porque Yoe es la persona que no te sugiere, te muestra el camino. Un verdadero hijo de Cristo, la religión que profesa. Un intelectual culto, que cuando lo conoces deseas haber tenido un hermano así en la juventud. Con la ingenuidad de un escolar y sin malicias, te modela las gestas y participa, tal vez por eso en estos momentos es uno de los periodistas víctima de la violencia de estado.

El soplo del demonio es eso: los hechos. Y el terror que se ejerce sobre la libertad de expresión por estos días es un tipo de violencia sin armas de fuego ni atentados, se reproduce con instrumentos jurídicos en forma de leyes, donde la prisión y la incertidumbre de la vida siguen siendo los patrones en la historia.  

 

Relacionados