En horas de la mañana del 29 de enero, en Paquito Borrero 254 entre Remus y 24 de febrero, Palma Soriano, dos oficiales de la Seguridad del Estado se presentaron en la vivienda de Pedro Figueredo Guerra y lo interrogaron.
Sus preguntas estuvieron enfocadas a sus vínculos con los opositores Manuel Cuesta Morúa y Niurka Carmona. Le recordaron que era el padre de una Dama de Blanco, Yanet Figueredo, y de una periodista independiente, Yunia Figueredo, dedicadas a acrecentar el caos en las redes sociales, en relación a la situación actual.
“Me dijeron que lo sabían todo de mí”, cuenta Pedro. “Que era mejor que me apartara, por el bien de mi familia. Y que recordara que tenía antecedentes penales, entonces les dije que yo era preso político, porque los cuatro años que cumplí en la prisión El Caguayo fueron por ser gestor del proyecto Varela. Fui uno de los que más firmas recogió y entregó a Oswaldo Payá Sardiñas, para obligar al gobierno a realizar un plebiscito”.
“Los oficiales me advirtieron que podían registrarme la casa si querían. Llevarme preso también. Iban a citar a mi hija Yanet, a la estación, para interrogarla. Y conmigo tendrían una conversación próximamente”.
Pedro Figueredo es descendiente de Perucho Figueredo, el patriota que sobre la montura de su caballo escribió el himno nacional.
“Es un himno que nunca canto. No puedo mancillar a mis ancestros. Una vez lo intenté cantar y se me hizo un nudo en la garganta que casi me asfixio, por tanta gente que ha muerto por ese par de estrofas”.
Además de gestor del proyecto Varela, Figueredo fue miembro de la UNPACU y sindicalista independiente. Ha sufrido el hostigamiento y acoso común a que se exponen los miembros del movimiento opositor, pero en el último año se había apartado de los grupos políticos para unirse a la iglesia bautista.
En la congregación hablaba de democracia y su vieja idea de un plebiscito. Tal vez fuera esa la verdadera razón de la visita de los agentes del DSE.
“Hace más de un año que no participo en una actividad opositora. Incluso en las redes sociales tengo un bajo perfil. Trabajo de mecánico en un taller, de sol a sol, me gano el pan con el sudor de mi frente. Mis hijas sí que siguen fuerte en el movimiento, pero ¿quién soy yo para decirles que lo dejen?”.