Hace diez años ocurrió en Cuba una experiencia inédita: una movilización plural de personas y colectivos en torno a la idea de No Violencia. Colofón de trayectorias y aprendizajes diversos -de artistas alternativos, gestores comunitarios, activistas LGBT y ambientalistas emergentes-, la Marcha por la No Violencia del 27 de noviembre de 2009 (en lo sucesivo 27N9) marcó un hito en la accidentada historia de la sociedad civil insular.
La gente encontró motivos para activarse en redes que dieron fuerza a la dimensión expresiva del compromiso. Desde la memoria atesorada de algunos protagonistas, recordamos aquella experiencia.
En la Cuba postsoviética surgieron diferentes proyectos que reunían a ciudadanos interesados en promover causas específicas. OMNI ZonaFranca y Demóngeles desde el activismo, la Cátedra Haydeé Santamaría desde la reflexión intelectual, varias galerías y talleres comunitarios, personas y grupos enfocados en las causas del ambientalismo y la diversidad sexual, entre otros, conformaron aquel espacio.
A ello habría que sumar la potencia de artistas contestatarios, ligados al movimiento Hip Hop, al punk y diversas manifestaciones de la cultura urbana, como el dúo Los Aldeanos y el estudio Real 70, así como el grupo Porno para Ricardo.
Allí, el activismo combinó la experiencia vivida y la experimentación colectiva. Blogs nacientes y listas de correos electrónicos, festivales y exposiciones artísticas -con participación de artistas del interior del país y del extranjero-, centros sociales y redes de jóvenes activistas, intervenciones en avenidas y barrios periféricos -con implicación cómplice y festiva de los vecinos-, foros de debate de memorias secuestradas por la ideología oficial, incluidas las de los socialismos libertarios y marxismos críticos.
Todas estas iniciativas dieron cuenta, desde su fragilidad y fragmentación, de la búsqueda de nuevos horizontes para una sociedad cada vez más díscola, desigual y diversa, ajena al monólogo unanimista del Estado-Partido.
Los preparativos
La génesis del 27N9 se dio en la confluencia, dentro de una sociedad crecientemente ajena al molde oficial, de una diversidad -y madurez- de activismos individuales y colectivos. Al recordar el modo y motivaciones en que se implicaron en la iniciativa, las perspectivas son disímiles, pero con importantes coincidencias.
Un grupo coordinador fue clave para la gestación de la iniciativa. Según AP, aún en medio de los preparativos del festival Poesía sin Fin -que incluía discusiones con los funcionarios de Cultura y la vigilancia de la policía política-, en su grupo OMNI recibieron la invitación de otros colegas (incluido AM), quienes “nos proponen la idea de participar en una marcha que estaban organizando. Nosotros teníamos la experiencia de intervenciones y performances en el espacio público, eso podía ser importante. Entonces acordamos una primera cita en el parque H y 21, en el Vedado”.
Su explicación de los preparativos merece ser referida en extenso, por ser reveladora de la organización, creatividad y autonomía desplegadas en la génesis del 27N9: “Ese día (…) hablamos de cómo debería ser la marcha, el enfoque de la misma y de hacer previamente alguna práctica que mantuviera la dinámica y la coherencia de la acción. Fue entonces que me dediqué a pensar algunos ejercicios específicos (..) Mezclábamos técnicas del arte, ejercicios psicofísicos, técnicas del Yoga, las estrategias de las luchas no violentas y por los derechos civiles. El otro encuentro previo a la marcha fue en el parque 23 y Paseo, en el Vedado. Ese parque está en una elevación que permitió que los ejercicios, que allí realizamos, se mantuvieran ocultos de los transeúntes, con la intimidad necesaria para desarrollar las dinámicas de acción-reacción, concentración, coordinación colectiva, así como la selección de consignas, ritmos y coros con los que íbamos a marchar. Otro aspecto fue establecer las reglas para la protección de la marcha: no dejarse provocar, mantener todo el tiempo el entusiasmo y seguir el ritmo. Allí nos reunimos alrededor 70 personas”.
Le refuerza el testimonio de AP: “Nos fuimos a un parque en el Vedado. Allí nos encontramos unos pocos, y en medio del debate de la idea, aportamos la perspectiva de que nuestra arma principal y la que mejor dominamos es el arte. Que el Arte puede apropiarse y expresarse sobre todos los órdenes de la sociedad, especialmente de la política”. Y señala que la posibilidad de una reacción represiva la contemplaron desde los primeros encuentros. “Podemos hacer arte político, en eso le ganamos siempre a los políticos que sostienen la dictadura en Cuba y que dirigen a los aparatos de represión. Porque eso era algo que se esperaba: la represión. De este primer encuentro salimos bien claros y acordamos un segundo encuentro en otro parque del Vedado donde convocaríamos a toda la gente posible. Así fue. Asistieron muchas personas y Amaury dirigió ejercicios de acción y reacción, especialmente para no responder a la violencia”.
Para AP, el contexto era favorable a la iniciativa. “Era una época donde existían diversidad de proyectos, enfocados en áreas como el arte, la educación, informática, la ciencia, la cultura, de formas novedosas que no solo acumularon conocimientos, sino una praxis oportuna con toda la pasión que nos caracterizó”. Aportando otra mirada, AM señala que la idea surgió en una acampada en El Escambray, pero que cobró fuerza apresuradamente. “A pesar de que me parecía una idea completamente incorrecta estratégicamente, me sumé porque si mis amigos se iban a meter en la caliente, más vale que fuéramos más gente”.
Paralelamente, desde otros grupos también iba cobrando fuerza la idea de No Violencia, lo que favoreció la implicación de otras personas y grupos en la iniciativa que desembocó en el 27N9. ID recuerda que en “el proyecto Ahimsa de la red Observatorio Crítico habíamos organizado un mes antes (el 2 de octubre) un evento dedicado a la no violencia, en la Casa de Cultura de Plaza, para conversar sobre ese tema, que nos interesaba mucho por el auge de la violencia no solo del Estado contra las personas, sino entre las personas mismas, en un ambiente matizado por el gusto hacia el reguetón. Por aquellos tiempos también habíamos comenzado a constatar acciones de persecución, censura y represión a grupos como OMNI-Zona Franca, casos que el mismo OC denunció en su momento. Yo llevé el mensaje a la gente del ámbito del OC, y dadas las características de nuestra red, decidimos que la participación fuera a título personal. Varios de los asistentes al evento también asistieron a la caminata”.
El rol de las nacientes plataformas virtuales fue relevante en la convocatoria de personas ajenas a los grupos detonantes de la misma. Según YN, fue una pareja la que le inició en el mundo de plataformas independientes -entre ellas Havana Times-, donde escuchó “que se realizaría una manifestación en favor de la No Violencia. No solo me gustó el propio motivo de la protesta pacífica, sino también el escuchar que estarían involucrados Los Aldeanos, ya para ese momento un grupo super potente”.
La jornada
El día de la marcha, la participación rebasó las expectativas de sus promotores. Pese a que un operativo policiaco detuvo previamente con violencia a algunos participantes -al propio AP, así como a la bloguera Yoani Sánchez y al escritor Orlando Luis Pardo- y se mantuvo monitoreando el desarrollo de la marcha -como demuestran las imágenes de agentes de civil escoltando a los manifestantes en las fotos y videos del 27N9- logró reunirse una cantidad importante de personas. Y, según señala ID, “La organización fue precisa: no llevar otra consigna que la acordada de NO + VIOLENCIA, pero a la vez, tenía un alto componente de descentralización, porque buena parte de la gente no sabía a ciencia cierta quiénes lideraban la aglomeración.”
Según YN, “había muchas personas. Cuando llegué al punto de reunión en G y 23 sentí una gran tensión. (…) El ambiente digamos que era muy bohemio”. Para AP “participaron alrededor de 150 o más personas de procedencias muy distintas. Existía una condición mestiza, en aquellos jóvenes que estábamos compulsados a construir espacios de diálogo y creatividad que operaran en nuestra realidad”. AM recuerda “alrededor de 200 personas. Diverso el grupo, de todos colores y géneros, pero sobre todo estudiantes de la universidad y artistas”. LE reconoce su sorpresa por la respuesta recibida: “A pesar de tener convocatoria no esperaba yo en lo personal que asistieran tanta gente, ni que la voz se corriera tan rápido. Porque del día de la organización de la marcha al día de la marcha transcurrió muy poco tiempo. Había gente de lo que yo llamo la Alternatividad. Artistas, seguidores del movimiento de artistas como Omni ZF y los Aldeanos, disímiles grupos en activo en aquellos días como Teatro Cuerpo Adentro”.
El testimonio de ID apoya los estimados de participación, la composición y disciplina de los manifestantes. “En mi opinión, fuimos unas 200 personas. Claro, la cantidad de agentes de la Seguridad del Estado era ostensible, y eso hace que siempre sea difícil ofrecer una cifra certera. Percibí que la inmensa mayoría de los asistentes procedían del ámbito artístico-intelectual habanero, sobre todo vinculados a las artes como el hip-hop y el teatro (..)”
Sobre los objetivos de la acción, la mayoría coincide en que se cumplieron. Para YN “era que se lograra hacer la protesta que había sido organizada desde una iniciativa independiente, algo aún impensable en Cuba” y que “se pudieran denunciar las violencias políticas que ejerce el gobierno sobre sus ciudadanos, aunque no se dijese explícitamente en los carteles”. Según AP, se pudo “lograr aglutinarnos y llevar a cabo la marcha. Ver que sí se podía, que estaban las condiciones necesarias para que se diera, Llamarnos a pensar sobre las prácticas violentas desde lo doméstico hasta la violencia estatal y política dejando un mensaje claro de paz para la sanación presente y la construcción futura de nuestra nación”.
También LE ve un saldo positivo del 27N9. “El gran objetivo se cumplió: marchar con pancartas y gritando consignas por la céntrica avenida de 23, desde G hasta el Coppelia. El llamado a la No Violencia era el llamado a la no represión y respeto a la libertad de expresión. Fue un grano de Unidad. La represión no ha cesado, pero la libertad de expresión si ha crecido”.
ID apunta a un balance dual. “Al menos la idea de promover el mensaje de la No Violencia se cumplió. Quizás hubiera otros objetivos “estratégicos” no declarados como ir moviendo los límites al inmovilismo ciudadano”. AM insiste en ese balance complejo, pero con una mirada más negativa: “creo que, en lo profundo, los cubanos, en nuestra incapacidad para organizarnos, llegamos a un punto en que el objetivo es "salir a las calles", pero más como una catarsis y no como una jugada estratégica. Quizás este fue uno de esos momentos en los que Cuba hace una erupción de emoción que se derrama en vano por falta de orden y madurez. Similar a 1994 en el Malecón”.
La reacción de transeúntes y funcionarios revelan cómo los primeros han sido despojados por los segundos de la cultura política para ejercer la manifestación autónoma. Según YN, “lo que yo recuerdo era que todos nos miraban extrañados (..) La gente en la calle no entendía lo que estaba pasando, pues la marcha no tenía la imagen de haber sido organizada por el gobierno, entonces no sabía cómo reaccionar. Destaca AM, “Los transeúntes ese día demostraron que no existe tal cosa como "el pueblo enardecido", pero no se sumaron, se quedaron inmóviles viendo a los "locos esos".
La actitud ambivalente de una población desciudadanizada se revela en las palabras de ID: “No hubo una respuesta negativa por parte de la gente que estaba en sitios tan concurridos como el cine Yara, o la acera del Coppelia. Algunas personas preguntaban de qué iba la marcha, y la respuesta era simple: contra la violencia. Nadie quiere estar a favor de la violencia.”
La reacción estatal antes y después del 27N9 es común en todos los testimonios. Dice AM: “Las autoridades estaban muy presentes. Desde temprano detuvieron gente y enviaron a otros a convencer de que no participaran. Además, había muchos de la Seguridad del Estado filmando todo el proceso, tenían tremendas caras de susto. Como si esperaran mucho más que aquellos pocos metros caminados. (..) Después de esa tarde nos citaron, intimidaron y trataron de comprar a todos. Yo fui, obviamente un blanco importante para ellos.”
ID destaca que “La esquina de 23 y G estaba completamente tomada por la Seguridad del Estado de civil, y por policías uniformados. También la calle paralela (25) estaba llena de los pequeños buses y camiones que la policía usa para cargar personas. Pero no llegaron a usarlos. Allí se personaron funcionarios, con el ánimo de persuadirnos a que no realizáramos la acción”.
Los legados
Al interrogar sobre los legados del 27N9, sus protagonistas arrojan luz sobre el estado actual del activismo cubano. Según YN, constituye un momento “divertido y esperanzador, del proceso imparable de distintas generaciones apostando por mayores libertades dentro de la isla”.
Para AP, el saldo es ambiguo -crecimiento político y clausura de espacios-, pero tiende a la maduración de los implicados, pues “fue un ejercicio potente de civilidad y participación ciudadana y su legado fue definitivo en todos los aspectos. Demostró la fuerza que tienen las personas cuando quieren organizarse y tienen la voluntad de hacerlo.
Sirvió para romper la inercia, el silencio en el que se sumergen y ahogan en Cuba las propuestas de cada joven generación que reclama algo por sí misma; con esa marcha rompimos una barrera abriendo la brecha para nuevas y futuras marchas. También marcó un antes y un después de lo que hoy llamamos alternatividad, pues fue el comienzo del exterminio de las relaciones que tuvimos todos con las instituciones. El gobierno se encargó de sembrar la desidia y la desunión. Los grupos que participaron en la Marcha poco después fueron desmantelados, diasporizados y expropiados de sus propios proyectos”.
AM destaca la importancia de acciones imprevistas, creativas frente a la lentitud del estado –“cuando haces algo rápido tienes más chance de ganar”, de priorizar una estrategia y lidiar con los egos para seguirla.
LE recupera el valor del activismo para la transformación de la Cuba actual, al tiempo que cuestiona la incapacidad de la oposición y el exilio para aprovechar su empuje y aporte. “Los que hacen política dentro y fuera no están interesados en el arte. No significa nada para ellos. Los artistas que organizaron acciones como estas, y que movieron la conciencia de millones de jóvenes dentro y fuera de Cuba están completamente inutilizados por los políticos. Los actos de la oposición y del exilio generalmente son secos de arte. Aunque marchas como aquella, que Omni Zona Franca generó muchas y Festivales como Poesía Sin Fin o Rotilla, activaron el arte en los espacios de activismo como los que existían en la casa de Yoani Sánchez, Estado de Sats o el Movimiento por la Integración Racial”.
ID hace un análisis ponderado de la utilidad del alteractivismo ligado a experiencias como la del 27N9 en contextos como el cubano: “Es tal el grado de paranoia y falsa polarización política que el gobierno ha generado en la gente, que las estrategias excesivamente confrontacionales no parecen dar ningún resultado positivo. Sin embargo, los límites de lo posible pueden ir corriéndose a través de acciones de este tipo, con mensajes fuertes, pero polisémicos, y que les hablen directamente a las personas de sus necesidades y carencias.
El discurso de los Derechos Humanos tal cual, desafortunadamente no cala en nuestra gente, porque no hay una cultura de esos contenidos. Así, las personas no siempre pueden detectar, por ejemplo, que no tienen libertad de asociación o de prensa o de palabra. Por otra parte, es tal el estigma construido en torno a cualquier postura, o colectivo, o actividad de carácter político, que está condenada al fracaso si se plantea en esos términos.
Hemos ido aprendiendo que es mejor ir lanzando lazos al poder establecido, rompiendo el sentido común que imponen, utilizando herramientas desconocidas por ellos (redes sociales) e ir construyendo nuestras propias agendas de debate. El arte, el ambientalismo, los derechos LGBT, no estaban en las agendas políticas impuestas por el gobierno: las hemos ido colocando nosotros. Y esa marcha es un ejemplo de ello”.
Aún cuando el entorno político cubano continúa siendo restrictivo a cualquier forma de acción autónoma -con independencia de los contenidos sociales y orientación ideológica que ésta asuma- el último año ha demostrado que segmentos de la ciudadanía pujan por un mayor reconocimiento de sus identidades y derechos.
La agenda en pro de democracia, paz y justicia hace parte de esas luchas. Y la experiencia del 27N9 fue un hito, cuyo legado de logros, errores y fracasos tributa a la memoria colectiva del activismo cubano.
*Agradezco los testimonios compartidos por Luis Eligio Pérez (LE, 8 de noviembre), Isbel Díaz (ID, 10 de noviembre), Adrián Monzón (AM, 14 de noviembre), Amaury Pacheco (AP, 19 de noviembre), Yanelys Nuñez (YN, 21 de noviembre). Sin ellos este texto no tendría sentido.