El tabaco, uno de los pilares de la economía cubana, es también un producto cotizado en el mercado negro. Las tabaquerías son blanco fácil para el robo y la ilegalidad, debido a los bajos salarios y las extenuantes horas de trabajo.
Este periodista pudo constatar dichas informaciones al realizar un viaje al municipio de Jatibonico, ubicado en la provincia Sancti Spíritus, donde me reuní con algunos trabajadores que denunciaron maltratos y hechos vandálicos en la tabaquería. Estos pidieron que sus nombres permanecieran en anonimato debido a que en el futuro puedan sufrir represalias.
“Desde que comencé en el curso de tabaquero, reconocí varias caras: amistades a quienes en alguna ocasión tuve que acudir para que me resolvieran unos tabaquitos para algún regalo, o consumirlos yo mismo”, cuenta Robe, quien está en el curso. “Al principio no me parecía nada complicado, aprendo rápido, pero luego empezaron a apretar la ‘jugada”.
“Constantemente estoy bajo presión, porque te exigen demasiado para el poco tiempo que llevo en curso, quieren que tengas una súper producción con una calidad excepcional, cuando en realidad aún no cuento con la experiencia necesaria para realizar mi labor al 100%”.
“Lo que me pagan es una miseria al estar en el curso: cobro solo 112 pesos cubanos de salario básico al mes y los tabacos buenos que me dejan en control técnico, no representan casi nada de ingresos para mí”, cuenta Amaury, otro de los entrevistados. “Tengo que jugármela y guardar algunos tabacos sin que nadie los vea para venderlos luego en la calle a 1 o 2 pesos. Gano más con los que vendo por la izquierda que trabajando”.
“Llevo 27 años como torcedora y en cada una de las tabaquerías en las que he trabajado, siempre es la misma situación”, comenta Baby, otra de las trabajadoras, veterana en el sector. “Yo comencé desde abajo, como todos aquí, pero con el paso del tiempo logré hacerme de lo mío, claro, corriendo riesgos como muchos, a expensas de que me botaran o peor, caer presa”.
“Gracias a mi astucia, logré burlar siempre las medidas de seguridad impuestas por la empresa y pude levantar mi casa, pues al final, con el salario no podía contar para lograr mis objetivos”.
Yaneisy tiene algo que contar también. “Niño, para sacarme de aquí me tienen que dar candela como el macao. Soy una de las fundadoras, pero no te creas que con eso le doy la comida a mis hijos. Por suerte soy uno de los primeros escalafones aquí y tengo una vitola buenísima, lo que me da cobertura, a la par de la experiencia que poseo como torcedora, de vender a muy buen precio mis tabacos”.
“Aquí somos como una familia. Todos nos cuidamos las espaldas y sabemos en lo que anda el de al lado, por lo que tratamos de no quemar el punto. Un día los saco yo (los tabacos) y mañana le toca a otro”.
“Nosotros, los viejos, nos tiramos el ‘salve’, incluso la directora, pero estoy segura que ni ella ni su marido, quien es el primer escalafón, te darán alguna información. Ellos no se van a exponer a perder el imperio que tienen armado”, termina diciendo.
Y fuera de la fábrica…
Oportunamente logramos dar con uno de los puntos a los que tanto hicieron referencia los entrevistados. Para nuestra sorpresa, cabe destacar que en este había armada una micro fábrica de torcido, terminado y embalaje de tabacos.
El Bolo, como así se hace llamar el dueño de esta pequeña empresa, nos concedió parte de su tiempo para explicarnos mejor como funciona toda esta red de negocios.
“Aquí ya está todo preparado para cuando llegan las entregas. Todos los días tenemos algo que hacer. La mayoría de los tabacos proceden de la fábrica; otros los hacemos aquí o nos los entregan desde otros puntos, pues tengo muy buenas conexiones”.
“La materia prima (hojas de tabaco), los anillos y los materiales para la confección de las cajas, nunca faltan. Siempre se consiguen y a muy buen precio. Salen tanto de la fábrica como de otras fuentes a las que acudo de vez en cuando para no pararme”.
“Dentro de la fábrica tengo varias personas de confianza que me proveen de lo necesario. Del terminado salen los anillos y las cajas, y en torcido, tengo excelentes tabaqueros que me entregan un tabaco espectacular”.
“Tengo una entrada buenísima, y me puedo permitir mis viajes de vez en cuando, aunque vivo siempre con el credo en la boca. Es el precio a pagar por intentar vivir un poco mejor a lo que el gobierno este quiere que vivas. Pero hasta ahora todo marcha muy bien. No sé lo que me espere mañana, pero hoy, ten por seguro que puedo mantener a mi familia no gracias a la Revolución, sino gracias a mí”.