El Gobierno de Nicaragua celebró este lunes la designación de Manuel Marrero como primer ministro de Cuba, y mostró su interés en ampliar los lazos con la isla, “desde la profunda e incuestionable unidad de nuestras revoluciones”.
"Estamos deseosos de seguir trabajando juntos, para ampliar y fortalecer todos nuestros lazos solidarios, desde la profunda e incuestionable unidad de nuestras revoluciones", escribió el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en una carta dirigida a Marrero.
Los Gobiernos de Nicaragua y Cuba han tenido relaciones estrechas en las dos etapas en la que Ortega ha sido presidente del país centroamericano, primero de 1980 a 1990, y luego desde 2007.
Ortega resaltó la unidad que existe entre su Gobierno y el de Cuba, tanto en la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (Alba), como "en el campo bilateral".
Marrero, de 56 años, fue designado primer ministro de Cuba el sábado pasado, un cargo que permanecía vacante desde 1976.
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En su nuevo puesto como "brazo derecho" del presidente Miguel Díaz-Canel, el antiguo titular de Turismo cubano estará a cargo de supervisar el desarrollo diario del Gobierno.
En la carta, también firmada por su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, Ortega afirmó que el expresidente de Cuba Raúl Castro, y Díaz-Canel, pusieron a Marrero "al frente de grandes tareas, para seguir enfrentando y labrando juntos el porvenir que nuestros valientes pueblos merecen".
Sin embargo, la designación de Marrero como primer ministro ya fue cuestionada por Transparencia Internacional, este lunes.
“En los sistemas políticos cerrados donde no hay competencia, donde no hay elecciones transparentes, no hay productos legítimos, hay designaciones. Todo el proceso electivo en Cuba y la reforma de su Constitución han sido confirmas, cuando vemos que todos los diputados por unanimidad eligen o designan a un funcionario, esto habla de un sistema político que no refleja ningún tipo de diversidad", dijo Trasparencia Internacional en su cuenta de Twitter.
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El presidente nicaragüense, cuyo Gobierno es cuestionado por acusaciones de violaciones de derechos humanos en medio de la crisis sociopolítica que vive su país, desde abril de 2018, acusa a Estados Unidos de estar detrás de un "golpe de Estado fallido".
En abril de ese año cientos de nicaragüenses salieron a las calles para protestar por la forma dictatorial con que Ortega conduce el país.
La revuelta fue sofocada con puño de hierro por el caudillo sandinista, y organizaciones de derechos humanos internacionales estiman que más de 300 personas fueron asesinadas, mientras que asociaciones locales estiman que la cifra sobrepasa los 600.
El rechazo de una aparente mayoría de nicaragüenses hacia Ortega por la muerte de cientos de opositores en los últimos 20 meses, ha llevado al Gobierno de Nicaragua a establecer restricciones en la libertad de expresión, movilización, prensa y reunión.
(Con información de Efe)