Choques entre manifestantes y la policía ocurrieron este martes en Bogotá y Neiva, en el sur de Colombia, en el sexto día de protestas contra la política económica y social del Gobierno en las que las multitudes pidieron justicia por la muerte del joven Dilan Cruz, primera víctima de la violencia de las manifestaciones.
En Bogotá, encapuchados armados con piedras, palos y cócteles molotov atacaron a la policía en frente de la Universidad Nacional, donde centenares de estudiantes se manifestaban en contra de lo que consideraron un "crimen de Estado".
Los disturbios ocurrieron en una de las principales calles de la capital colombiana, donde al caer la noche el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la policía intentaba dispersar con bombas aturdidoras y gases lacrimógenos a quienes aún permanecían frente al centro educativo.
Por momentos los estudiantes retrocedían a la universidad, desde donde volvían a la calle para lanzar piedras y bombas incendiarias a los uniformados, algunas de las cuales provocaron focos de fuego en la avenida, cuyo tráfico de vehículos fue totalmente cortado.
Eso hizo que los autobuses del sistema público Transmilenio paralizaran su operación por esa vía, lo que a su vez formó enormes embotellamientos y obligó a quienes regresaban a sus casas en esos vehículos a continuar su marcha a pie.
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Para dificultar la acción policial, los estudiantes apuntaban con rayos láser de color verde a los policías del Esmad cuando éstos intentaban dispersarlos a pie o con tanquetas.
Esos artefactos de bolsillo se hicieron populares en las movilizaciones en Chile, aún activas, donde los manifestantes han derribado varios drones de la policía al concentrar decenas de rayos láser contra esos dispositivos de vigilancia aérea.
En la mañana centenares de estudiantes también de esa universidad bloquearon la avenida que conduce al aeropuerto de Bogotá para pedir justicia por la muerte de Dilan Cruz y protestaron contra el Gobierno con un partido de fútbol en plena calle.
El fallecimiento de Cruz, ocurrido anoche, conmocionó al país y lo convirtió en símbolo de resistencia después de pasar tres días en el Hospital San Ignacio, donde fue ingresado con heridas de gravedad en la cabeza por una bomba aturdidora disparada el sábado por la policía en una protesta en el centro de Bogotá.