El actor francés Alain Delon arribó este 7 de noviembre a la edad de 86 años, alejado de las cámaras y con la única compañía de sus perros, con quien pidió ser enterrado. Actualmente el que fuera considerado como el hombre más bello del mundo vive sumido en la soledad.
Delon pasó con la edad y el tiempo, de ser uno de los grandes símbolos sexuales de los franceses –y del mundo entero–, a convertirse en una figura polémica por sus declaraciones misóginas, homofóbicas y racistas.
“Es un monstruo sagrado”, dijo sobre él el director del Festival de Cannes, Thierry Fremaux, como respuesta a la polémica que se desató en algunos grupos feministas luego de que se le entregara en 2019 la Palma de Oro honoraria.
Su última aparición en público fue el pasado septiembre, cuando asistió al funeral de su gran amigo y compañero Jean-Paul Belmondo en la iglesia de Saint-Germain-des-Pres en París. El actor francés se abrazó llorando al ataúd de su amigo durante el entierro.
En 2018 dijo que quería ser enterrado junto a sus perros, en la Capilla del legendario chateau que compró en 1971 y donde ya tiene un lugar reservado para cuando llegue el momento.
“Nunca pudo funcionar en manada, como su adorado Belmondo”, dijo uno de los periodistas que más lo conocen, Cyril Viguier. En ese sentido, el confinamiento por la pandemia, para él fue menos duro que para otras personas de su edad. “Le sirvió para regenerarse después de su ACV, porque su naturaleza es solitaria”, añadió.
Su último deseo es realizar una última película, y ser dirigido por una mujer, para irse en paz. Pero eso ahora parece improbable. Pese al bastón, físicamente, parece estar recuperado, aunque no se siente del todo bien.
“No es fácil. Hay hijos (tiene también a Alain-Fabien, que como Anouchka, es fruto de su relación con la modelo Rosalie van Breemen; y a Ari Boulogne, con la cantante alemana Nico, a quien nunca reconoció) herencias, demasiadas cosas. Es muy complicado pensar todo el tiempo en el fin de la vida, y yo puedo morirme en cualquier momento”, dijo ahce par de años.
Finalmente ha llegado a admitir que ha creído “con mucha frecuencia” en la idea de quitarse la vida: “Tengo delante de mis ojos la escena. No dejaría que sea Dios el que elija el día de mi muerte”, comentó.