Unos 280 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 llegarán a América Latina este año a través del programa COVAX, la iniciativa internacional para llevar esta masiva campaña de inmunización a todos los países, anticipó este martes la Alianza para las Vacunas GAVI.
La mayor parte de esa cantidad se dirigirá a países de la región que han colaborado en la financiación de este programa, también auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque 80 millones de dosis irán a naciones de ingresos bajos sin obligaciones financieras en la iniciativa, señaló el director ejecutivo de GAVI, Seth Berkley.
Aunque Berkley no concretó de qué países se trataría, teniendo en cuenta la clasificación de Estados por ingresos del Banco Mundial (que usan GAVI y OMS para designar los beneficiarios de COVAX) serían El Salvador, Honduras, Nicaragua, Bolivia y Haití.
Sobre el precio de las dosis, Berkley indicó que variaría según el fabricante y el país beneficiado, aunque en el caso de las de AstraZeneca, que ya se ha comprometido a entregar 150 millones de dosis a COVAX, oscilarían entre los 3 y 4 dólares.
Berkley adelantó que, en Latinoamérica, como en otras regiones a las que quiere llegar el programa COVAX, las primeras dosis llegarán el próximo mes de febrero, aunque dependerá de las aprobaciones de uso de emergencia.
La OMS por ahora sólo ha emitido esta aprobación para la vacuna de Pfizer (que la semana pasada se unió a COVAX), aunque ha emitido recomendaciones también para la administración de dosis de Moderna y se espera que en pocos días haga lo mismo con las de AstraZeneca.
En la misma rueda de prensa, la directora del Departamento de Inmunización de la OMS, Kate O’Brien, explicó que la organización está ultimando la autorización para otras tres vacunas (las de AstraZeneca, Sinopharm y Sinovac) y avanza también en el análisis de datos para una luz verde a las de Moderna y la rusa Gamaleya (Sputnik V).
Berkley recordó que GAVI y OMS esperan distribuir mundialmente 2300 millones de dosis este año mediante COVAX, 1800 millones de ellas a países pobres y sin coste para sus gobiernos (700 millones se dirigirían, por ejemplo, a naciones africanas).
Añadió que mediante donaciones internacionales se han recaudado 6000 millones de los 8000 millones de dólares necesarios para cubrir estos primeros envíos, en lo que seguramente será “el más rápido despliegue de vacunas de la historia”.
O’Brien y Berkley coincidieron en señalar que la masiva campaña de vacunación “no es fácil para nadie” y está generando muchos desafíos, incluso en los países más desarrollados.
Subrayaron que las naciones en desarrollo, pese a las carencias financieras que podrían dificultar la logística, tienen en cambio mayor experiencia en vacunaciones masivas, lo que podría suponer cierta ventaja.
Berkley insistió en que en estos momentos la mayoría de las vacunas contra la COVID-19 están en manos de países desarrollados, y “preocupa que si continúan comprándolas bilateralmente a las farmacéuticas esto dificulte llevar dosis al resto del mundo”.
Estas vacunas se añaden a las que cada país pueda comprar con sus propios recursos, de modo que constituye un aporte adicional al esfuerzo mundial por inmunizar a la población contra la temible enfermedad.