El aumento del precio del helado en los establecimientos estatales Coppelia, ha sido como un cubo de agua fría –y no del cremoso dulce– para los cubanos humildes a los que les va quedando muy pocas posibilidades de esparcimiento al alcance de su bolsillo.
Aunque ese producto no tiene precio “centralizado” o topado por el régimen para sus empresas, lo han multiplicado muchas veces y eso sin importar su mala calidad y el deficiente servicio.
Pero Yosvani Pupo Otero, director general de Servicios del Ministerio de Comercio Interior (Mincin), tiene varias justificaciones para ese mal que aqueja a los padres y madres de familia por estos días.
“Los productos que como el helado tienen un importante componente en importación, inmediatamente [por] ese proceso de la devaluación [del peso cubano] (…) se incrementan los costos”, dijo Pupo Otero en la Televisión Cubana.
Además, el funcionario arguye que “el efecto del incremento salarial tiene una traducción [afectación] en el sistema empresarial y en las fichas técnicas de los productos además del gasto de materias primas e insumos, también está el gasto de salario”.
Por lo tanto, según el directivo del Mincin, “el gasto de salario es un beneficio desde el punto de vista de la población, pero tiene también un efecto en las fichas del costo de los productos que se elaboran…”
Y ahí no quedan las razones para disparar el precio del maltrecho Coppelia, según Pupo Otero: “Se ha originado un incremento del costo de la energía eléctrica. El helado por sus características requiere para su almacenamiento también refrigeración”, dijo con aire docto.
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“Eso [la tarifa eléctrica] también produce un incremento en los costos”, enfatizó en el programa matutino de la tv estatal Buenos Días.
Históricamente se ha dicho que la famosa sede principal de las heladerías Coppelia, la de La Habana, es una “maravilla” de arquitectura contemporánea. Desde este 1ero de enero, para acceder a lo que allí se vende, habrá que pagar como si se estuviera en el Louvre de París. Al menos así lo sienten los cubanos, quienes vieron que de la noche a la mañana se dispararon por el cielo los precios, como si en vez del cremoso dulce, vendieran nubes del paraíso.
En ese espacio del corazón de La Rampa, en el Vedado, desde el 1966 y gracias al populismo de Fidel Castro y algunos de sus fieles servidores –quienes con helado y circo querían compensar su desmadre–, los cubanos tienen una especie de fetiche al que vuelven a cada tanto, como si lo que dispensaran fuese Häagen-Dazs o cuando menos Nestlé, y no la huecas bolas de Coppelia.
Para apaciguar el calor, o hacer un paseo que incluyera algún comestible más o menos barato, la visita a la “Catedral del helado” no podía faltar, aunque hubiese que soportar el maltrato de los dependientes del establecimiento estatal.
Pero desde este 2021, lo que un día fue no será, y el helado “socialista” pasó a costar siete pesos por bola, y 35 una ensalada.
Joel Real Alcántara, un habanero que pretendió celebrar con su aumento de salario el onomástico de uno de sus hijos, lamentó: “Al terminar, como estábamos cerca de Coppelia fuimos a tomar unos helados para cerrar el cumpleaños. Pedimos una ensalada y un jimagua para cada uno. Subieron también a 14 pesos y las ensaladas de 7.50 pesos a 35. Gastamos un total de 205 pesos en helados”.
Y no solo en la de la capital, en sus homólogas de provincia también. El usuario de Facebook Zekie Fuentes comentó: “Heladerías de Santiago de Cuba vacías tras los nuevos precios del helado. Trabajadores conversando y sin ninguna ocupación, sin embargo, suben el precio para pagarles los nuevos salarios”.
“No se permitirán precios abusivos… ¿y esto qué es?”, cuestionó Félix Santiago, aludiendo al argumento que utiliza el régimen para desmantelar negocios privados, pero que no aplica a sus empresas.
Ante todo esto, también están quienes aprovechan para burlarse de los precios del régimen con memes, y de sí mismos que a fin de cuentas son quienes no tomarán helado. Las tinas para saciar el apetito de los panzones Díaz-Canel, Marrero y Murillo, están aseguradas.