“No saben dónde están mis bultos, no aparecen por ninguna parte”, cuenta angustiada Jessi Navarro, residente de Jaimanitas, en el municipio Playa. Ella ha ido varias veces a la empresa estatal Aerovaradero, luego de que la llamaran para recoger el día 15 de diciembre de 2020 paquetes enviados desde el extranjero.
En la jornada convenida, Navarro llegó a la 1 p.m., una hora antes de su cita, y no entró hasta las cuatro de la tarde. Luego de estar ocho horas esperando, al final la sacaron del recinto con la justificación de que los trabajadores tenían que terminar ya, porque perderían los autobuses. La echaron del lugar.
Cuenta Jessi para ADN Cuba que desde entonces ha ido a Aerovaradero cuatro veces más, y los bultos siguen sin aparecer. Le dicen que supuestamente “depositaron en un mismo almacén tres guías aéreas diferentes”. Pero cómo puede ser, si justamente la llamaron para recogerlos, porque ya habían sido pasados por rayos x y estaban ubicados.
Luego de que la cliente increpara a un funcionario nombrado Carlos, sobre cómo podía ser posible que sus paquetes desaparecieran, este sin responderle la condujo a una oficina, donde le dieron una hoja en blanco para que ella escribiera una reclamación que, al no ser una hoja oficial, seguramente hubiera desaparecido igual que sus bultos.
Así se burlaron de una madre cubana que está desesperada por tener sus pertenencias, ya que las medicinas de su hijo vienen en esos paquetes. Son medicamentos que el niño, quien ni siquiera es cubano, necesita ya que en las farmacias no hay.
Documentos de algunos de los paquetes desaparecidos
Nos cuenta la joven madre, que ella no quisiera llamar a las embajadas de Panamá y Reino Unido, las naciones cuyas ciudadanías tiene el menor, para que el problema no sea mayor, pero que de ser necesario lo hará.
“Me sacrifico mucho para que mi hijo tenga sus medicinas y que ahora no pueda acceder a ellas es una falta de respeto”, dice Navarro.
Por estos días, Jessi Navarro volvió a reclamar sus bultos por cuarta vez, pero tampoco aparecieron. Presentó una queja formal, y dijo que iba a demandar a la agencia estatal.
Veinte minutos después otra funcionaria, identificada como Saily, la llamó a su móvil personal preguntándole si había enviado otro paquete, que no tiene que ver con los cuatro anteriores. La joven madre le dijo que sí, y la funcionaria le respondió que la llamaría nuevamente, cosa que no ha sucedido.
Jessi cree que esa llamada fue para ganar tiempo, que seguro se asustaron cuando les dijo que iba a hacer público el problema y los denunciaría.
También cuenta que ella no quiere pensar que haya sucedido nada “extraño” con sus bultos ni con la medicina de su hijo, que espera que todo se resuelva, por el bien de su familia, y de la compañía.