El régimen cubano privatizará en los próximo meses, un gran número de sus restaurantes estatales, pero, ¿quiénes serán los nuevo dueños?
La información la confirmó este jueves la agencia Reuters, por contacto con una fuente del gobierno.
"El plan que ahora se está poniendo en práctica exige que una pequeña minoría de los más de 7.000 restaurantes administrados por el gobierno en el país formen nuevas empresas estatales no subsidiadas separadas de los políticos locales y que el resto pase a manos privadas", dijo un gerente del departamento de servicio de alimentos de La Habana.
Según este funcionario sin identificar, había alrededor de 1.900 restaurantes de propiedad estatal en La Habana antes de que el gobierno lanzara las reformas iniciales bajo Raúl Castro, convirtiendo a 258 de estos, en cooperativas y empresas privadas bajo un sistema de arrendamiento.
Ahora, más del 70% del resto seguirá su ejemplo, dijo el gerente, y agregó que las autoridades de la ciudad ya habían elegido alrededor de una docena de restaurantes que seguirán siendo estatales y 450 establecimientos que serán arrendados a empleados y otras partes interesadas.
Esto parece responder al cambio de Cuba hacia un 'socialismo de mercado' como tienen los regímenes autoritarios de Vietnam o China, aunque mucho menos desarrollado.
Desde desde hace aproximadamente dos meses, el brazo de economistas oficiales, como Marino Murillo, ideólogo de los cuestionados Lineamientos de la Política Económica y Social, ha dicho que con el reordenamiento monetario "se eliminarán subsidios".
Además el jerarca indicó que se acabarían 'las gratuidades' gradualmente y se haría una reforma de salarios. Sólo hacer una reforma de salarios es un problema, subrayó.
Según alega este medio estadounidense, la mayoría de restaurantes estatales pasarían a ser cooperativas o negocios privados.
Pese a lo anterior, hemos visto en los últimos años cómo la cúpula en el poder y su familia han ido levantando 'un imperio' de bares, restaurantes y demás emprendimientos.
Por ejemplo, Sandro Castro, el nieto más farandulero del extinto Fidel Castro, es dueño del bar EFE y en la capital, y aun a finales de diciembre, era el único que permanecía abierto de 'lunes a lunes' pese al coronavirus.